jueves, 20 de febrero de 2014

LA INSPIRACIÓN VIENE DE LEJOS

Llevo más de sesenta años escribiendo de toros y, aunque me inquieta la actualidad, me inspira mucho más el recuerdo. De pronto me he encontrado con el cartel de Olivenza y me ha entusiasmado el motivo gráfico en el que se apoya, en las estampas de Carnicero o en la de los grabadores franceses, ingleses o alemanes. En Zaragoza, a vueltas con los dos siglos y medio del coso de Pignatelli, en el Palacio de Sástago, los parientes de don Ramón, se ha inaugurado una exposición con manchas y líneas toreras de Picasso, y en el espacio de Juan Lamarca he contemplado la foto de José acompañado por los banderilleros Blanquet, “El Cuco”y “El Almedro” y “El Caracol” padre, su mozo de espadas. Su sobrina, Gabriela Ortega, la hermana de los Gallino, recita apasionada, rugosa y trágica entre los aromas de olor a cera que llegaban del Levante valenciano.

Hace unos días se rememoraba en ese mismo espacio la despedida madrileña de Joaquín Rodríguez “Cagancho” y se reproducían fragmentos de las crónicas de “Barico” de “El Ruedo”. “Barico” era Benjamín Bentura Sariñena, mi padre, y puede que el periodista que más escritos firmó en ese semanario y, antes de su fundación, en la sección de “El Ruedo” que se publicaba en el diario deportivo “Marca”. Le jubilaron porque a mí se me ocurrió la peregrina idea de hacerle la competencia a la Iglesia y al Estado al fundar la revista “Fiesta Española” sin dinero y sin bagaje técnico, pero con muchas ganas y múltiples ayudas y colaboraciones. Había, y hay, mucha gente que buscaba, y busca, un espacio para dejar constancia de sus pensamientos. Otra cosa es que los que más se notan son los profetas de la catástrofe, los agoreros, los que rompen, queman y destruyen todo lo que despide luz e ilusión. Imposible: aquí todo es mentira, suciedad y hedor. “Cagancho”, al que Corrochano había comparado con la talla del Cristo de Montañés y algún comentarista motejaba de monigote de “K-hito”, al que el ratoncito de Xaudaró, en un rincón de la celda de la cárcel de Almagro (por cierto, al año siguiente volvió a Almagro y salió por la puerta grande), recordaba “las 8 de la tarde y Cagancho sin  venir”, el de la “espantá” o la marcha a Casetas para tomar el tren a Madrid vestido de luces, volvía de México a España por un rato y se pegaba una pequeña “tuornée ” por los ruedos hispanos. ¿Qué espera de su actuación en Las Ventas? “Que me sirva más que la oreja que corté en Sevilla”. No le sirvió, pero ahí quedaron aquellas muestras de su arte. Y yo lo recuerdo y aviva mi memoria el leer las opiniones de mi padre, aunque tenga que reconocer que, como a mí, a “Barico” le atraía lo gitano. En una corrida que lidiaron en Carabanchel el propio “Cagancho”, Rafael, el de los “Gitanillos de Tríana”, hermano de “Curro Puya”, don Joaquín también era trianero, y Rafael el del Albaicín, su crónica la escribió con la ayuda de un diccionario de caló. Y es que no es posible hablar de este arte sin tener en cuenta a lo gitano. Y  en esa ocasión que ahora evoco fueron dos corridas, la primera el 31 de mayo de 1953 y la segunda el 14 de junio siguiente. Hace sesenta años. Por ello a nadie extrañará que mezcle mis recuerdos. La primera la asocio a la presencia en un palco de honor de Las Ventas de la reina Soraya, esposa de Sha de Persia. Le acompañaba el marqués de la Valdavia, que era el presidente de la Diputación madrileña. Ese día, “Cagancho” vistió un traje verde mar bordado en plata y no se me despinta su grácil figura en  el tercio del tendido 1 brindado su faena a la egregia dama. Y tampoco olvido que en la segunda corrida, con más viento que en la anterior, con un vestido negro bordado en oro, se fue a terrenos del 4 y ligó cinco lances a la verónica que para mí guardo. Seguramente, con las modernas técnicas de conservación de efímeras y volátiles imágenes, mi encantamiento se diluiría como un azucarillo en un vaso de agua. Ese privilegio tengo. No existían los vídeos ni las pantallas digitales. A lo concreto: en la corrida del día primero se lidiaron toros de Alfonso Sánchez Fabrés que tomaron veintiséis varas y derribaron en doce ocasiones. Mi padre habla en su crónica de la personalidad, la elegancia, la finura y la armonía de Joaquín Rodríguez a sus cincuenta años. De un quite por verónicas, esencia del arte más puro, por el que tuvo que saludar montera en  mano tres veces, de que el toro tomó cuatro varas y derribó en tres, de la faena, la media estocada y el descabello al quinto golpe. Y, aun así, clamorosa vuelta al ruedo. En esa primera corrida, con el prólogo a caballo de Ángel Peralta, le confirmó la alternativa al venezolano Joselito Torres en presencia de Manolo Carmona. Y en la segunda, con toros de Ignacio Saavedra y Sánchez, alternó con Pepe Bienvenida y Antonio Caro. Soraya, la princesa de los ojos y el destino tristes, también fue a los toros a Toledo, el día del Corpus, en tarde en la que Antonio Chenel le brindó el sexto toro. Hablo de lo que recuerdo.


Pienso que esa es la síntesis de lo que se puede considerar como arte. Bien, es cierto, hace falta una base técnica, a cuyo conocimiento puede llegar cualquier ser humano con cierto nivel de comprensión que no me atrevo a calificar de inteligencia, de intelectualidad, pero es imprescindible un grado de valor que no nuble toda esa capacidad de entendimiento, inteligencia, valor, técnica e inspiración. Finalmente, la suerte de que ello coincida ese día, a esa hora y con el toro que no desbarate todo el prodigioso tinglado del arte. ¡Cuán difícil me lo ponéis! Para que luego venga  un artilugio mágico a demostrarte que tu sueño ha sido pura fantasía. Tengo la suerte de que en mis recuerdos mando yo. En los viejos, los que apoyo en el examen de las fuentes, las de papel, alguna de celuloide, el dibujo o el cartel. Ahora hay estupendos artistas, el colombiano Diego Ramos, el evolucionado López Canito, los Arjona, un Moncín de Calatayud que una mañana de la pasada Feria del Pilar estrujó entre sus manos las luces de un sol mágico, muchos más, muchos. Pero luego no les veo anunciando los grandes acontecimientos taurinos y, si tienen que retratar a los toros en el campo, resulta que estos llevan los “rulos” puestos. El progreso. No tiene comparación un caballo sin peto con otro con la armadura protectora puesta. Es como si le ponemos una gabardina al Moisés de Miguel Ángel. Cuando Primo de Rivera impuso el peto en  los caballos de picar, algunos aficionados gritaron que con ello se acababa la fiesta. Hoy me he preguntado muchas veces si hubiera sido posible su supervivencia con tan desagradable, sangrienta y asidua posibilidad. Tampoco con la absoluta impunidad. Por eso he hablado tantas veces del peto anatómico, para mantener la emoción y para que no sean prescindibles los señores de a caballo. Sé que no les gusta la idea, pero peor sería un “ere” a la andaluza. El gitano trianero se marchó otra vez a México y allí cerraron sus glaucos ojos verdes. 

viernes, 7 de febrero de 2014

CAVAMOS NUESTRA PROPIA TUMBA

Soy viejo, jubilado y,  apartado del mundanal ruido, pongo todas mis esperanzas de inmortalidad doméstica en el recuerdo que les deje a  mis nietos, corta pero fantástica cosecha. Y por eso quiero ser optimista. Hace pocos días leí un comentario de Ana Pedrero en “Berrendo en colorao” que me pareció de lo más acertado. No nos busquemos enemigos fuera, los tenemos en nuestra propia casa, solo con leer a media docena de sesudos y tozudos comentaristas nos basta y nos sobra para asegurar que la gran tormenta, con vientos de doscientos quilómetros por hora, lluvias torrenciales y olas de veinte metros de altura, caerá sobre nuestras taurinas cabezas y toda nuestra historia quedará reducida a escombros, no habrá piedra sobre piedra y ni siquiera se podrá leer la Historia que se empezó a escribir en la Mitología, se continuó en los circos romanos, se hizo deporte en los torneos medievales, ejercició pastoril en  todo tiempo y circunstancias hasta que surgió el milagro del arte de torear, la lidia, la lucha con el toque de la gracia. Nos amenazan con el cambio climático y a mí se me ocurre pensar ¿pero en algún tiempo no hubo cambio climático? Y esta mañana he leído en ABC, creo que en el verdadero pese a la reincidencia machacona del señor Anson, una entrevista con el historiador Fernando García de Cortázar por la publicación del libro “Momentos emocionantes de la historia de España” y me he encontrado con argumentos suficientes para describir el momento actual de nuestras escrituras taurinas. Dice don Fernando que abre su libro con una cita de Lope de Vega que, en la “Dragontea”, se queja de que España tiene tantas hazañas y no tiene quién las cante. “Parece que nos quedamos con ese movimiento de larga duración que se llama “pesimismo español””. Y cita a Quevedo que miraba los muros resquebrajados de la patria cuando España era un país completamente hegemónico en el mundo.”¿Cómo no vamos a creer que naufragamos si leemos a Antonio Machado y a los del 98 despidiéndose del imperio?” Y remata el señor García de Cortázar: “Los poetas se hacen fuertes en el dolor y la desgracia, más que en la gloria y la alegría”. Tiene razón: en nuestro ambiente torero consideran que la mejor de nuestras poesías es la elegía lorquiana. Antes, “Joselito” había agrietado los muros maestrantes construyendo una plaza monumental. Ahora, los talibanes de la actualidad se rasgan sus sayales porque cinco toreros, los primeros del momento, pretenden que esos maestrantes sólo cambien al empresario que rige los destinos de la primera plaza de España. La segunda, y solo por cuatro años menos, es Zaragoza. Aquello que decía Espronceda: “me gustan las queridas … me gusta un cementerio de muertos bien relleno, oliendo a sangre y cieno que impida el respirar”. Palo va, palo viene. Hace más de un siglo, Ricardo “Bombita” y “Machaquito” le plantearon un ultimátum a Mosquera, “Guerrita” no se fue, lo echaron, “en Madrid que atoree San Isidro”, Santiago Martín se fue un año a Vista Alegre y otro a Barcelona, donde don Pedro le daba mucho más cariño que don Livinio en la Corte. Siempre, siempre ha habido sus más y sus menos, con el toro, el dinero o los compañeros como múltiples y variadas disculpas.

No estoy de acuerdo con la postura de José Tomás porque si tiene la varita mágica que vivifique la fiesta es lógico que se le exija su empleo. En sus tiempos lo hicieron Pedro Romero, “Paquiro”, “Guerrita”, Belmonte o Pepe Luis. Y alguno se quedó entre las astas de los fieros cornúpetos, los más grandes porque es cierto que con ellos hicieron epopeya los poetas de cada tiempo. Belmonte alguna vez dijo que José le había ganado la partida en Talavera. Es la consumación del “pesimismo español”. Pero en la plaza se muere de verdad.

Nuestros problemas son muchos y, además, se enredan con la situación nacional, aunque no es una situación nueva. Muchas otras se han vivido y superado. Lo cita García Cortázar en la entrevista dicha: “Entre la Guerra de la Independencia y el brevísimo enfrentamiento con Estados Unidos en 1898 lo que tenemos son guerras civiles, las carlistas …”. En el siglo XX, Marruecos, la guerra civil y, ahora, la rota unidad de España. Unos cuantos identifican al toro con España y lo repudian. Necesitamos mucho optimismo para salir adelante. No que los penitentes de esta procesión se coloquen el capirote de los condenados y, a través de los redondos agujeros de los ojos derraman lágrimas de sangre y rayos de injusticia. Es un tiempo difícil, sí, pero vamos a tratar de superarlo.

Ví un resumen de la corrida de México en la que hicieron el paseíllo “El Pana”, Morante de la Puebla y Joselito Adame, tres estilos, tres circunstancias. “El Pana”, largo habano en mano, aseguraba que era su despedida del toreo, Morante no encontró su rima y ritmo, y Joselito Adame  se hinchó de darle lances y muletazos a un toro de Montecristo, buena vitola tabaquera. No voy a analizar el toreo del hidrocálido, pero sí aclararé que lo que algunos califican como chicuelinas invertidas son en realidad el lance que a finales de XVIII y principios del XIX se llamaba “lance a la aragonesa”, que algunos aseguran que inventó “Pepe-Hillo” y que, en  base a su denominación, yo creo que fue Goya el que se lo enseñó a los toreros de su tiempo y el que lo describió gráficamente en una de las hojalatas al óleo que pintó para Ceán Bermúdez y en  la que el protagonista es Pedro Romero. Uno de los grabados con moros y chilabas también apunta el lance por detrás. En nuestros ruedos sólo se lo vi ejecutar a Julián López Escobar (“escobina”) y una variante galleando es la “rogerina” que interpretó en algunas ocasiones Victoriano Cuevas Roger cuando era “el torero de las faenas magistrales y la estocada a la última”.


Antes de la citada corrida de México, D. F., Adame y Morante fueron a Santiago Cuautlalpan para entrenarse en la plaza “Cinco Villas”, así llamada porque es propiedad de Luis Marco, español con raíces en Farasdués, un pueblo de Cinco Villas de Aragón, lugar en el que nació Antonio Ebassun “Martincho”, primer torero de nuestra particular historia con rostro y biografía. El rostro se lo puso nada más y nada menos que el primer cronista gráfico de la tauromaquia, don Francisco, y la biografía la escribió el sacerdote guipuzcoano Felipe García Dueñas. Adame fue a la fiesta con vistoso traje charro y el de la Puebla, amplia y ondulada cabellera, con camisa floreada y pantalón “jeans”. Unos zahones pusieron la nota campera en el atuendo informal del torero más rancio del momento. Los mariachis pusieron música a la fraternal velada hispano-mexicana. Y un aragonés de anfitrión. No crean ustedes, es que los aragoneses hemos tenido mucho que ver en esto de fomentar la fiesta llamada española. También en “hacer España”. Este año, nuestra plaza, la de Zaragoza, cumplirá dos siglos y medio de existencia. Esperemos que la celebración sea todo lo gozosa que se merece nuestra afición.