sábado, 2 de abril de 2016

LOS INOLVIDABLES OLVIDADOS


Frente a la incertidumbre política que vivimos, estos días han surgido fulgurantes las ilusiones toreras. Estábamos por tierras de Levante y unos cuantos diestros recién doctorados nos han dicho bien claro que esto no se acaba, que las madres españolas, hispanoamericanas o francesas siguen trayendo a este mundo seres capaces de vestir el traje de luces y enfrentarse a la fuerza y el peligro del toro bravo, vencerle con inteligencia y crear un arte tan etéreo que no son capaces de reproducirlo ni los más sofisticados medios de grabación: Roca Rey, José Garrido, López Simón, en tono menor, Vara y Ginés Marín junto a los muy clásicos Ponce, “El Juli”, Talavante y Cayetano entre Olivenza, Castellón y Valencia. Y en Madrid, el linarense Curro Díaz, calidad y buen gusto de hace tiempo, y el gaditano David Galán que, con la pierna atravesada por el pitón, le cortó una oreja a un toro de Gavira de los de verdad. Todo esto con el certificado de garantía de la manifestación del día 13 de marzo en Valencia, con la tauromaquia al completo y este título en 6TOROS6: LA MARCHA DE LA LIBERTAD, señores epígonos de la democracia nazi - moscovita. Con el tiempo  y con la intercesión del presidente Obama puede que vuelva la corrida de toros hasta La Habana, lugar donde murió, víctima del vómito negro, Francisco Arjona (Curro Cúchares) en 1868, antes de que llegara la generación del 98.
Volvamos a la actualidad. Fernando del Arco de Izco, navarro de Arroniz, casi tan octogenario como yo, vive en tierra hostil desde hace muchos años y allí sigue peleando, publica la revista “Caireles” todos los años y participa en todas las actividades que pueden darse en su querida Cataluña y en el resto de la Península. Él, con acierto, me hizo una advertencia a mi evocación de “olvidados” del toreo. ¡Te has olvidado de Rafael Ortega! Imperdonable. Me he olvidado de muchos más, pero nunca me puedo dejar en el tintero al nominado por los gaditanos como “El Tesoro de la Isla”. La isla, la de San Fernando, donde nació un 4 de julio de 1921 o 1924, según “Don Ventura”, el aragonés de Huesca que también vivió muchos años en Barcelona. Rafael Ortega es una de los toreros más completos del escalafón. La verónica, el natural y la estocada, triángulo vital del toreo. Que era rubio, ojos claros, estatura media pero ancho de caderas y vientre. No tenía nada que ver con el Moisés de Miguel Ángel. Yo viví intensamente la gravísima cogida que sufrió en Pamplona. Rafael venía de una cogida en Granada el día 8 de junio y justo al mes siguiente, otro día 8, un toro de Bohórquez le pegó una cornada en el muslo derecho y otra en el vientre que le afectó al recto y a la vejiga de la orina. Las vicisitudes de aquella cogida las contó otro navarro, este de Tudela, José María Iribarren, que nació el 31 de octubre de 1906, el mismo año que Domingo Ortega para aclarar un fallo mío de ese pasado artículo. Esta vibrante crónica la incluyó en el libro “El patio de caballos y otros relatos” y es un modelo de escritura intensa, emocionante y esperanzada en las buenas manos del cirujano de la plaza pamplonesa que creo era por aquellos años el doctor Juaristi. Al menos tiene una calle en Pamplona que atraviesa la Avenida de Navarra cerca del río Arga. Amigos tengo que me hacen la gracia de leerme y corregirme. Gracias.
Iribarren  es un escritor curioso en su “El porqué de los dichos” que se inició en estas curiosidades de la mano de su abuela que lo crió cuando falleció su madre, descriptivo en su tratamiento de los sanfermines y Hemingway y siempre ameno y cordial. Estudio Derecho y Filosofía y Letras y conoció a fondo al general Mola y sus vicisitudes con los falangistas antes de que Franco  decretara su unificación: para unos la boina, para los otros la camisa y todos bajo la pantalla social de las JONS. Don José María cogió el camino del costumbrismo y creció en piedra en un monumento que se le dedicó en su Tudela natal.
Fernando del Arco de Izco es también navarro, inquieto y buceador de costumbres. Tiene un libro magnífico en el que ensalza la figura de Fernando Vinyes, catalán universal, españolista y mexicano. Algunos lo califican de caricato, pero en España es caricaturista. Vinyes no tenía nada de bufo. Era un serio investigador de la personalidad de sus modelos. Murió joven como los elegidos (ranchera).Del Arco está en la lucha y espera con paciencia la decisión de los tribunales que devuelvan las corridas de toros a la plazas catalanas.

Un primo mío que vive en México, José Luis Cerezo, artista por herencia, pintor y escultor, me dice que en el artículo de marras no citaba la película de “Mi tío Jacinto”, la que interpretó el gran actor Antonio Vico acompañado por Pablito Calvo que fue la gran revelación infantil de “Marcelino Pan y Vino”. Era la historia de un aficionado ya maduro que quiere ser torero, que alquila un traje de luces y como no tiene ni una gorda va a Las Ventas vestido de torero en el Metro. Tiene razón: me olvido de los inolvidables. Me olvido hasta de citar las muchas películas que hizo Mario Cabré y la de “Sangre y Arena”, texto de Blasco Ibañez que primero interpretó Rodolfo Valentino y luego Tyrone Power. ¿Y “Los clarines del miedo”? Esto es como el cesto de cerezas, unas arrastras a las otras. Pero de ello la que sabe un montón es la americana Muriel porque la fiesta nacional se internacionalizó hace mucho tiempo y unos y otros no permitirán que los demagogos del día rematen el toro caído sobre la ardiente arena de la política. Laus Deo.    

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