Me llamó
Carlos Barragán Bermejo para que fuera a hablar de toros a Valderrobres, en la
comarca del Matarraña. Me aseguró que no me pagarían en dinero, que lo harían
en especie: un jamón y unas botellas de vino. Faltaba una apetecible botella de
aceite con trufa o ajo, pero decidí que me la compraría yo mismo para saborear
otra de las delicias del Bajo Aragón. Quizá lo que menos me gusta de esta zona
turolense es el ruido de los tambores que se inventó el genial Buñuel. Prefiero
el suave sonido del agua de las pequeñas cascadas de Beceite. Maravillosos
lugares. Barragán no es turolense, es de Villacastín, tierras segovianas donde
pastan las ganaderías del Conde de Mayalde, aquel del que la gracia chispera
madrileña aseguraba cuando le nombraron alcalde de Madrid que ya era hora de
que un “mayalde” tomara una vara, y de Rodríguez Arce, uno de cuyos novillos le
causó la muerte al banderillero “El Coli” en la plaza de toros de Madrid. Años
después, Angelita Rodríguez Arce, heredera de don Ángel, casó con Emilio Ortuño
“Jumillano”, ya en funciones empresariales después de su breve carrera de
matador de toros. Cerca, en Los Ángeles de San Rafael, tenía Rafael Albaicín
una tienda de ultramarinos y, por ello, su hija María se casó con Joaquín
Bernadó en la ermita del Cristo del Caloco, en las cercanía de El Espinar, a la
salida del túnel de Guadarrama, en la bajada del Alto de los Leones, según ibas
de Madrid a Salamanca camino de León, Galicia o Asturias. Barragán,
veintiañero, llegó a trabajar a Teruel y
desde su arribada, a principios de los 60 del siglo pasado, se dedicó a la
información taurina desde el suplemento “Tierra Baja” del diario ”Amanecer” y
luego en el “Diario de Teruel”, “Radio 5” y en un programa de Televisión con
Aniceto Blasco y Fernando Lorenzo Molpeceres. Es, pues, Carlos Barragán una
autoridad en la noticia y comentario taurino turolense y principalmente
inclinado al estudio del toro del lugar y su peculiar trashumancia.
Yo, en mi
tardía presentación en la Matarraña torera, me atreví a hacer una relación de
los toreros de a pie y a caballo que nacieron en las tierras de la capital del
torico con reminiscencias prehistóricas de las pinturas rupestres de Minateda o
del Prado del Navazo de Albarracín. Eso y la fama de Nicanor Villalta, de
Cretas, y de los más recientas diestros turolenses alternativados como Jesús
Gómez “El Alba”, de Albalate del Arzobispo, Justo Benítez, de Utrillas, aunque
algunos aseguren su nacencia manchega, Luis Millán “El Teruel” (1973) y Carlos
Sánchez “Zapaterito” (1994), ambos de la capital turolense, los di por más que
conocidos y hablé de dos matadores de toros del lugar que ni siquiera figuran
en las relaciones oficiales. Se trata de Emilio Gabarda “Gabardito”, de Mora de
Rubielos, que tomó la alternativa en 1907en Lima, Perú, y de Silvino Zafón
“Niño de la Estrella”, de Mosqueruela, que la tomó en Barcelona en plena
guerra, 1937, 16 de mayo, que se la dio “Pedrucho de Eibar” en presencia de
Jaime Noaín, tomó parte en dos corridas más y volvió al escalafón novilleril,
lo que no invalida el hecho cierto de que, ambos, “Gabardito” y Zafón,
alternaron con diestros doctorados y mataron a estoque toros con los cuatro
años cumplidos.
Más
indiscutibles son los méritos de los tres miembros de una familia de picadores
apodados “Melones” y vinculados al pueblo de Gea de Albarracín, Francisco, José
y Antonio Codes y Musulén, el más joven, este último, que, aunque nació en
Madrid, siempre se considero turolense. Para calibrar su categoría como
tal varilarguero basta citar los nombres
de los diestros en cuyas cuadrillas figuró: “Nacional II”, “Valencia II”,
Villalta, Marcial, “Niño de la Palma”, Alfredo Corrochano, Fuentes Bejarano y
Fernando Domínguez. Por una caída en Sevilla perdió parte de la visión y, al
final, se le concedió un kiosco para la venta de lo que entonces era el cupón o
la tira de los iguales. Se lo colocaron en la calle Alcalá, junto a la de
Sevilla, en lo que hace unos años era “la playa de los toreros”, frente a la
calle de Nuestra Señora de los Peligros, “La Tropical” y “Riesgo”, en donde la
torería andante charlaba, paseaba, se comprometía, discutía, soñaba o
solicitaba colocación. La mayoría le compraba el cupón a Antonio Codés
“Melones”.
Entre los
subalternos turolenses de a pie, Fidel Rosalén “Rosalito”, de Arcos de las
Salinas, que en sus años juveniles, por esa inclinación de Teruel hacia las
tierras de Valencia, cuesta abajo, se enroló en la cuadrilla de “Niños
Valencianos” y después en la de los “Niños Sevillanos” porque el arte no tiene
fronteras y Fidel era torero de pellizco. Sólo falta citar las cuadrillas de
los diestros en las que figuró: Belmonte, Granero, Ignacio Sánchez Mejías,
Marcial y Cagancho. Arte, oficio y eficacia. Recordé a otro picador, Pedro
Navarrete “Cantaritos”, de Villastar, a Miguel Cirujeda, castigado por los
novillos y por la tuberculosis, y me olvidé de Alfonso Zapater, de Albalate que
colgó el traje de luces y empuñó la estilográfica para ser el más prolífico de
los reporteros aragoneses, novelista y poeta.
También
hablé de la cantidad de plazas de toros que hay en la provincia de Teruel,
tantas como en la de Zaragoza, cerca de la veintena, solo dos en la de Huesca, y
de la profusión de festejos menores, en lo que está por encima de los cosos
zaragozanos, de la tradición del toro en las calles, los toros ensogados, el
toro de fuego , los toros del frío a principios del siglo XX, en Valdelinares,
donde se criaban los toros de Manuel Lozano, procedencia de Ripamilán, mucho
antes y a más altura que los de Bañuelos de hoy en Burgos. Pero Teruel es una
tierra tan variada y sorprendente que aquí se puede encontrar de todo. Hasta
buenos y sensatos aficionados al toro. Allí tienen al torico, como capitel de
una grácil columna.
CURIOSIDADES
Merced a la
meticulosidad de un hombre tan ilustrado y buen aficionado como es Fernando
García Bravo y un taco de almanaque que hizo hace unos años con una anécdota o
noticia taurina por día puedo apuntar lo
que sucedió hace unos años. Por ejemplo, en 1966, el 22 de marzo, tomó la
alternativa Gregorio Tebar “El Inclusero” en Castellón, con Antonio Ordóñez y
Paco Pallarés y el toro “Jovenzuelo” del Marqués de Domecq. El día 24 de marzo
se cumplen los 75 años de la que García Bravo dice que fue la tercera
alternativa de Luis Díaz “Madrileño”. Yo creo que fue confirmación puesto que
este diestro había tomado la segunda alternativa el 17 de julio de 1938 en
Burgos con Domingo Ortega y “El Estudiante” después de haber renunciado a su
primera que tuvo lugar en Valencia el 18 de marzo de 1935 aunque en realidad
estuvo programada para el día anterior en Barcelona. Dos alternativas y una
confirmación. Hubo un torero aragonés, de Aranda de Moncayo, “Morenito de
Zaragoza”, que tomó una alternativa en Calatayud que se le dio Marcial en 1923
y otra en Tarazona de Aragón que se le dio Villalta en 1925, buenos padrinos,
pero no confirmó ninguna de las dos. El
caso de Luis Miguel fue distinto. La tomó en 1941 en Bogotá con 16 años, y en
1944 en La Coruña, las dos veces de manos de Domingo Ortega. Y el mexicano
Lorenzo Garza, una en Santander en 1933 y otra en Aranjuez al año siguiente.
El 25 de
marzo es el aniversario de la alternativa de otro gran torero mexicano, Fermín
Espinosa “Armillita, al que su hermano Juan se le concedió en 1928 en Barcelona,
en presencia de Vicente Barrera. Pero la efeméride más destacada de estos días
es el 28 de marzo. Ese día de 1853, en la pensión madrileña de la calle León,
24, moría de tisis galopante José Redondo “El Chiclanero” al tiempo que
intentaba vestirse de luces para hacer el paseíllo en el coso madrileño. Genio
y figura hasta la sepultura.
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