Leo a
Ignacio Ruiz-Quintana con regusto e interés aunque a veces no me entere de lo
que dice y de quienes son sus inspiradores. Pero tiene buen gusto y casi a
diario propone citas relacionadas con el mundo del toro. El otro día, sin ir
más lejos, hablaba de Pepe Brajeli y de que había sido apoderado de Curro
Romero. Y puede que fuera su primer apoderado. Lo que ocurre es que el señor
Brajeli se lo cambió al señor Moreno por una gabardina y una motocicleta y
encima se enfadó con el de Camas y en un bar que tenía cerca de la Plaza Nueva no puso ni
una sola fotografía del “Faraón”. Esto del “Faraón de Camas” se le ocurrió al
siguiente apoderado, Diego Martínez, con la colaboración del crítico Gonzalo
Carvajal, que también fue el autor del sobrenombre del otro fenómeno camero,
Paco Camino, “El Niño Sabio de Camas”. Tuvo suerte este lugar de la provincia
de Sevilla con estos dos toreros tan dispares pero tan fundamentales en la
historia de nuestra Tauromaquia. Romero, Camino, el polvo del camino está
secando el romero y ¡Curro, ya llegará
el verano! Lo decía Paco con sinceridad: “Hay tardes en las que no puedo con
él. Pero ya le cogeré”. Y ambos, siendo tan diferentes, pueden ser ejemplos de
lo que es al arte de torear. No sé si antes o después de Martínez, a Curro le
apoderó Antonio Márquez, su suegro, el marido de la Piquer ; luego, Manolo Cano,
que había sido socio de Diego Martínez; después, Antonio Ordóñez y Domingo
Dominguín, Camará en dos oportunidades y, al fin, Manolo Cisneros, torero de
cristal y zaragozano.
Brajelí
también fue representante de Mikaela, con K. En realidad se llamaba Micalea
Rodríguez Cuesta y nació en Triana en 1935. Buena figura, alta, armoniosa,
morena de inquietos ojos brillantes y un lunar cerca de la boca. Miguel Ángel
Asturias la retrató en verso: “Mikaela/la del color avellana/la morisca, la
gitana/la española sevillana…/Mikaela/la de Triana/ artista porque lo mana/ y
porque le da la gana…/Mikaela, la de Triana…” Y parece que fue Alberti el que
le cambio la c por la k. La primera que cantó a García Lorca con la Orquesta Sinfónica
de Madrid dirigida por Rafael Ibarbia y a Rafael Alberti, con la Sinfónica de Barcelona,
la colaboración de Alfredo Mañas, la dirección de Antón García Abril y la
presentación del poeta José Hierro. En México, León Felipe y “La luna y el
toro”, Bobby Deglané en “Cabalgata Fin de Semana”, “Doce Cascabeles”, “Coplas
de Luis Candelas” y “¡Eh, toro!” Y el cambio de los vestidos de faralaes por
los elegantes modelos de Pertegaz. Personalmente, la recuerdo en Pamplona con
pantalón y camisa blancos, faja y boina rojas y cantando jotas navarras.
Empezó con
Lolita Benavente, Amalia Molina y Luisita Esteso y desde Barcelona, donde las
había enviado Brajeli, llamó a su mentor
solicitando ayuda económica y le contestó que “para qué querían el hermoso
décimo de su cuerpo, que se lo vendieran”. Por entonces actuaba con el nombre
de “Rocío del Carmen” en el espectáculo de “El Príncipe Gitano” y su hermana
Dolores Vargas “La Terremoto ”,
aunque se vislumbraba que, con el tiempo, iba a cantar a Falla, Albéniz,
Turina, Granados y Pablo Luna y que actuaría
en la coronación del Sha de Persia en Teherán. Murió de leucemia en
1991.
Y puestos a
rememorar hazañas de personajes sevillanos en estos días de efervescencia
sevillista o bética, según los colores de cada cual, recordar a otro personaje
del lugar que se llamaba Alberto Hoyos y al que después de la publicación de
una esquela con la falsa noticia de su fallecimiento se le conocía por “el
muerto vivo”. Tenía un colmado cerca del convento de la Caridad , donde los cuadros
tétricos de Valdés Leal, y se acordaba de la vecinita del piso de arriba que
llamaba a la policía cuando no podía dormir por el ruido de los clientes de su
establecimiento. Fue apoderado de Carlos Romero “Periquito” y protagonista de
episodios picarescos como el de pedirle veinte duros a su poderdante “para
entrenarse” o beber agua gorda en la fuente que había junto al edificio de
Correos de la Cibeles
y llamarle “champan de acequia”. Se paseaba por Madrid con un abrigo de cuello
de terciopelo y, si había suerte, se colaba en la inauguración de una zapatería
o en la exposición de un artista conocido. Tenía buen porte y sabía consumir
los canapés con elegancia. Publicó un libro de poesía y fue por un corto
espacio de tiempo coapoderado de Manuel Benítez “El Cordobés” con José Morales
Mingorance, hijo de “Ostioncito” y apoderado de Dámaso Gómez y unos hermanos
rejoneadores, los López Chaves. Se casó con la hermana, Lolita. Manuel Benítez
les prohibió que organizaran novilladas por su cuenta y no le hicieron caso. La
novillada hubo de suspenderse por lluvia y los gastos, a la postre, se los
pidieron al de Villalobillos. Fueron despedidos al instante. La lucha por la vida.
CURIOSIDADES
La primera
no es tal curiosidad, es el recuerdo de
un gran acontecimiento: la alternativa de Antonio Bienvenida el 9 de abril de
1942. Fue en Madrid con su hermano Pepe de padrino y de testigo y con el toro
cárdeno “Cabileño” de la ganadería de Miura, corrida remendada con un toro de
Tovar. Unos meses después, en Barcelona y el 26 de julio, el toro “Buenacara”
de Ignacio Sánchez, al ejecutar Antonio (Don Antonio) un pase cambiado con la
muleta plegada, le produjo una gravísima cornada en el vientre que frenó en
seco su brillante trayectoria. Antonio fue un hombre de mala suerte. Siempre
que le tocaba un toro le hería gravemente, hasta que una vaca de Amelia Pérez
Tabernero le produjo la voltereta mortal en octubre de 1975, hará 40 años. Sin
embargo, su hermano Pepe, en su dilatada vida torera, sólo visitó una
enfermería, la de Pamplona, por un leve golpe. Pero, al final, fue a morir en
la enfermería de la plaza de Acho de Lima al sufrir un infarto en la ejecución
de un par de banderillas, suerte, con la estocada a recibir, en la que era un
consumado maestro.
Otro
aniversario celebramos el día 8 de este mes de abril, el de la muerte de Rafael Molina y Martínez, sobrino
de “Lagartijo el Grande” (es lógico que, al usar el mismo apodo que su ilustre
pariente, añadamos lo de “el Chico” para salvar el equívoco). Fue un buen
torero, con “solera” cordobesa y conocimientos técnicos, pero abúlico y
enfermo. Un toro de Miura, en la corrida real que, con la presencia de Alfonso
XIII, se celebró en Zaragoza el 14 de mayo de 1908, le produjo varios varetazos
en el pecho y aseguran las crónicas de aquellos tiempos que, como consecuencia
de aquel doloroso trance, se le acentuó la tuberculosis que sufría y falleció
en su Córdoba natal (16 de julio de 1880) el 8 de abril de 1910. Luego hubo
otro “Lagartijo”, también cordobés y sobrino de “Manolete”, un “Lagartija”, dos
“Lagartijillos” y un “Lagartito”, este de Belchite y con ciertas habilidades
toreras y mucha simpatía personal. Acabó su vida como ganadero y empresario de
festejos menores y murió en Zaragoza el 21 de junio de 1966. Se llamaba
Francisco Royo Turón y era hijo de “El Lagarto”. Lógico. Dos hermanos de Paco Royo, José y
Eduardo, “Lagartito II” y “Lagartito III”,
también se iniciaron en la carrera taurina pero no pasaron del escalafón
novilleril.
No hay comentarios:
Publicar un comentario