VEINTICUATRO FESTEJOS (VEINTE EN ZARAGOZA), DIECISIETE OREJAS Y DOS RABOS Y NINGUNA LESIÓN
De las 46
novilladas que toreó, 21 fueron en Córdoba
LARGO CAMINO
HASTA EL TRIUNFO FINAL
En realidad,
más que en Aragón, en Zaragoza, porque Manuel
Rodríguez Sánchez hizo veinte
paseíllos en el coso de Pignatelli, dos en Huesca y sendos en Teruel y
Calatayud. Lo curioso es que en Zaragoza también actuó en una novillada con
caballos y que, junto a la plaza zaragozana, Manolete novillero con picadores solo toreó fuera de Andalucía en
Tetuán de las Victorias, barrio madrileño, y en Salamanca, dos tardes en cada
una de estas plazas . Veintiuna en su ciudad natal. Sin caballos es extraño
pero explicable que vistiera su primer traje de luces en Arlés y que también lo
hiciera en Nimes, sus dos únicas actuaciones en plazas francesas, en las que no
volvió a hacer el paseíllo como matador de toros. También lo hizo en Barcelona
sin caballos, siempre integrado en el espectáculo cómico-taurino de Los Califas, todo ello
condicionado por las dos guerras, la de España y la Mundial. La de España
porque su carrera novilleril se desarrolló desde su presentación en Tetuán de
las Vitorias el 1 de mayo de 1935 y su repetición en la misma plaza el día 5
del mismo mes, en ambas con la compañía de Silverio
Pérez, el mexicano que iba a ser años después su compañero de cartel en la
inauguración de la Monumental de México. Fueron Barcelona (setenta) y Valencia
(treinta y cuatro) las plazas de su preferencia. En Madrid, veintiséis, casi
todas benéficas y muy pocas con la empresa de Jardón y Escanciano. Apenas
se había inventado la Feria de San Isidro de don Livinio. Veinte corridas en Sevilla y diecinueve en Zaragoza
más la novillada de 1938. Luego Bilbao y México, El Toreo y la Monumental.
La novillada
de Zaragoza tuvo lugar el 3 de julio de 1938 con novillos de Concha y Sierra y el aragonés Paco Bernad y el hijo de Juan Belmonte, que sería, al año
siguiente, en Madrid, compañero del cartel de la confirmación de alternativa.
El médico Antonio Martín Ruiz, que
hacia la sección taurina de “El Noticiero” con el seudónimo de Cantares, dijo del novillero cordobés:
“Muy bueno dicen que es este torero de Córdoba. Pero lo que vimos el domingo
fue un muchacho poco desenvuelto, inseguro, frío, que al final se pasó al toro
muy cerca, pero con muy poca alegría. Realmente no vimos más y no concuerda con
lo otro. En su primer novillo, sobre todo la sosería, la inseguridad y la poca
soltura fueron manifiestas. Tanto es así que se oyeron siseos. En su segundo,
último de la tarde, fue en el que demostró el de Córdoba algo de valentía, pero
siempre con soseria y frialdad”. En total, cuarenta y seis novilladas, cuarente
y una en Andalucía, cinco más allá de sus fronteras y siete festivales, todos
en plazas andaluzas, la mayoría de novilladas en Córdoba, en donde sólo sumó
trece corridas de toros desde su alternativa en Sevilla el 2 de julio de 1939,
con toros de Tassara, Chicuelo, padrino, y Rafael Vega de los Reyes, testigo. Éxitos en El Puerto, Barcelona y confirmación en
Madrid el día 12 de octubre de ese mismo año y, al día siguiente, primera
corrida en El Pilar porque por aquel entonces no había festejo taurino en el
día de la Virgen. Dos corridas, la primera de Carmen de Federico y la segunda de Miura, que sustituían a ocho “cucarachas” de don Graciliano, “los miuras
salmantinos”, y seis de Sánchez Cobaleda y que “obligaron a Eduardo Pagés y Nicanor Villa, empresarios, a buscar reses más aparentes en los
campos andaluces para que los diestros no tuvieran que sustituir la espada de
templado acero por el uso de un simple insecticida”. Tampoco se arregló la cosa
al año siguiente en la corrida del 12 de mayo, con toros de Clairac y Luis Gómez “El Estudiante” y Jaime Pericas y significativa ausencia
en la feria de octubre. Al año siguiente, 1941, se invirtió su costumbre de
cada año y no estuvo en Zaragoza por Pascua y sí vino a dos corridas en la
Feria, una el 14 de octubre con Rafael
Ponce “Rafaelillo” y Rafael Ortega
“Gallito”, con toros de Juan Cobaleda
y Galache, y la segunda el día 16,
con toros de Atanasio, Nicanor Villalta y la repetición del
hijo de “El Cuco” y la hermana de
los Gallo. Y en esta ocasión cortó
la primera oreja en el coso de Pignatelli
y en los ruedos aragoneses porque hasta entonces no había actuado en ninguna
otra plaza de la región. Un paso atrás al año siguiente en la consideración de
la crítica y el público zaragozano en la corrida del 5 de abril, Pascua
Florida, en la que toreó con Pepe Luis
Vázquez y Manuel Álvarez “El
Andaluz” y toros de Concha y Sierra. Esto decía don Ramón de la Cadena “Don Indalecio”:
“Una mala tarde que, naturalmente, hallará su desquite cualquier día. A lo
mejor cuando haga calor se le calentará la sangre”. Y añadía: “De la corrida de
ayer quede para la posteridad el nombre de un torerito fino y menudo, pletórico
de gracia andaluza. Anótense ustedes el nombre porque a lo mejor se hace un hueco
en el toreo. ¡Se llama Pepe Luis Vázquez!”.
Fue el de San Bernardo el diestro que más paseíllos hizo con Manolete, 135, ocho en novilladas y
siete en festivales. El siguiente fue Juanito
Belmonte, 128, y los terceros, Domingo
Ortega y Pepe Bienvenida, empate
a 79 festejos. Ninguno de ellos pudo ser su rival. Ni Marcial, Silverio Pérez,
Carlos Arruza, “El Andaluz”, “El Estudiante”, Pepín o Luis Miguel. Estos dos
últimos llegaron un poco tarde. A Pepín
Martín Vázquez lo destrozó un toro en Valdepeñas. A Pepe Luis, no le hace falta apellido, dicen que la cornada de
espejo de Santander. ¿A Manolete?
Más de treinta cogidas, ninguna en arenas de Aragón.
Sin embargo,
una cornada en Madrid el 27 de septiembre de 1942 le impidió hacer los tres
paseíllos que tenía contratados en la Feria del Pilar de aquel año. Volvió a
Zaragoza en primavera, a su corrida de Pascua, y muy poca historia de lo
sucedido el 5 de abril de 1943. “Don
Indalecio” resumió la actuación del de Córdoba: “Salven ustedes la voltereta,
abonen sus señorías la buena voluntad en determinados e infrecuentes momentos y
de Manolete el bueno no vimos ayer
en el ruedo ni el canto de una uña. En fin, esperemos al Pilar a ver si
entonces salen los cabezudos”.
El marqués de La Cadena se fue a Pamplona a ver el
enfrentamiento de Pepe Luis y Manolete y concluyó que “el duelo quedó
en tablas”. Días después vino lo cornada en la cara del diestro sevillano, el
bache consiguiente y la marcha arrolladora del cordobés. “Don Indalecio” le escribió una postal por cada corrida a un tal Pérez que consideraba buen aficionado
y manoletista. Fueron tres corridas los días 14, 15 y 17 de octubre, en las dos
primeras en buena lid con Pepe Luis y en la última en la despedida de Nicanor Villalta y esto fue lo que le
dijo al tal Pérez “Don Indalecio”: “Manolete
tuvo una tarde acertada. De buen torero. No fue tarde del “Monstruo”, que para eso no salieron sus toros… pero bien ganada
estuvo la oreja del final de la feria”. Era la cuarta que cortaba en ese ciclo.
Se acercaba a la apoteosis. 1944. Dos corridas a principio de temporada, la de
Pascua, 9 de abril, y la de Beneficencia, 21 de mayo. Nada destacable. Pero
llegó el 14 y 15 de octubre y cada tarde recibió el premio de tres orejas y un
rabo de los toros de Atanasio y Galache, mientras que el día 17 de ese
mes se conformó con una oreja de un toro de AP.
“Don Indalecio”: “Tan bueno, tan grande este Manolete, que, en la segunda corrida
del Pilar de 1944, tuvo una actuación que alcanza la categoría de gloriosa
entre las efemérides de la plaza de Zaragoza, desde aquí – 14 de octubre –
hasta la consumación de los siglos. Dicho y rubricado”.
El comienzo
de la temporada de 1945 no fue lo brillante que había sido la Feria del año
anterior y eso que el 1 de abril se anunció una corrida en la que volvía Manolo Rodríguez junto a Carlos Arruza, el “Ciclón Mexicano”, su
penúltimo rival, quienes con Luis Gómez
“El Estudiante” iban a lidiar una corrida del Marqués de Villamarta. Decepción. Antonio Valencia, que después se pasó al balompié, decía en “El
Ruedo” que “El Estudiante” se
esfumó, Manolete se salvó a duras
penas y Arruza se hundió. En la
Feria del Pilar de ese año, Manolete
cortó una oreja en la corrida de Atanasio,
fue negativa la de Antonio Pérez de San
Fernando y obtuvo otro trofeo en la de los toros de Galache, su última actuación en Zaragoza. Se decía que después del
festejo del día 15 había manifestado que no volvería a torear en el coso de Pignatelli. Y así fue. En 1946 solo
toreó en España la corrida de la Beneficencia de Madrid, en la que entró a la
fuerza Luis Miguel porque quería
competir con Manolete. Lo consiguió
en 1947 hasta llegar a Linares el 28 de agosto. ¿Iba a actuar en la Feria del
Pilar de ese año? Se decía también que a final de temporada decidiría su
retirada definitiva. ¿En Zaragoza como sus paisanos Lagartijo y Guerrita,
antecesores con Machaquito en el
Califato torero? Es posible.
Manolete toreó también en Teruel el 31 de
mayo de 1943, dos orejas, en Huesca, el 10 de agosto de ese mismo año, en
Calatayud el 9 de septiembre de 1944 con el hecho insólito de que se devolvió
el sexto toro de Muriel por cojo, le
sustituyó un toro de Bernardo Escudero
tan manso que fue rechazado y volvió a salir el titular que ya cojeo mucho
menos. La última corrida en Aragón, en Huesca, el 11 de agosto del fatídico
1947, oreja. Diecisiete orejas y dos rabos, los trofeos conseguidos por Manuel Rodríguez Sánchez en las plazas aragonesas. ¿El final? Cómo dijo Lagartijo ante el cadáver de Frascuelo: “Tanta lucha para esto”.
Curiosidad:
Manolete toreó un festival en Lima el 2
de noviembre de 1945, en el que también actuó el aficionado limeño Tuco Roca
Rey. De casta le viene al galgo.
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