En una plaza
de tercera, 2 de septiembre, aunque por sus antecedentes ganaderos podía ser de
primera, en Ejea de los Caballeros, cabecera de Las Cinco Villas de Aragón,
surgió el acontecimiento. No hubo sorpresa porque en estos tiempos estamos
acostumbrados a los éxitos bravos de los productos de “Alcurrucén”. Fue una
corrida pareja con la excepción de la cortedad de pitones del primero de la
tarde y el pelo berrendo en colorado del sexto. El resto, negros. Pero es que,
además, ese sexto fue un ejemplo de mansedumbre frente a las nobles embestidas
de los moritos, con algunas pegas del descarado quinto toro en la faena de
muleta de López Simón, el descalzo de cada tarde. También se descalzaron, y en
Ronda nada menos, Morante y Cayetano. Es como si una modelo saliera a posar o a
un desfile de modelos con los bigudíes puestos. El toreo tiene su estética y
unos zapatos buenos y limpios pueden mejorar un vestido deficiente. “La Chunga”
era otra cosa. Total, cuatro “alcurrucenes” puestos a embestir. Pero el tercero,
“Pocohambre”, tuvo la suerte de que le correspondiera a Álvaro Lorenzo, el
toledano que ilusionó a los madrileños de Las Ventas y que nos volvió locos a
los ejeanos desde el primer lance a la estocada. Yo agité mi pañuelo pidiendo el
rabo del noble animal para este torero, que está llamado a mantener el fuego
sagrado del arte de lidiar a un toro. Pero el presidente, un “aficionado de
prestigio” elegido por el Ayuntamiento, decidió sacar sólo el pañuelo de los
espectadores, que protestaron violentamente la decisión del usía. Tampoco
hubiera estado de más ordenar la vuelta al ruedo de “Pocohambre”. Una oreja del
segundo toro fue también para López Simón y el lugareño Alberto Álvarez se tuvo
que conformar con los aplausos de sus paisanos ante sus buenos deseos y férrea
voluntad. Son ya muchos años, pocas ocasiones y ninguna oportunidad más allá de
nuestras fronteras aragonesas. Y el toreo es universal. La empresa de Ejea,
Mena y Fontecha, que es también mayoritaria de la de Zaragoza, incluye en la
próxima Feria del Pilar una corrida con diestros aragoneses. Veremos cómo
responden los “sufridores” zaragozanos, que también soportarán una corrida
concurso de ganaderías y la despedida de Juan José Padilla. Espero que ese día “el
Pirata” se ponga fajín y se abroche el chaleco de luces. Valle Inclán le dijo
Belmonte que, para su mayor gloria, sólo le faltaba morir en la plaza. “Se hará
lo que se pueda, don Ramón”, le contestó el de la sevillana calle de Feria. Con
la misma intención yo le sugiero al jerezano, ante la profusión de banderas
piratas en sus actuaciones, que se deje pegar una cornada en una pierna para
que le tengan que poner una de palo. Más pirata, imposible, incluido el pañuelo
negro en la cabeza.
La segunda
corrida de la Feria ejeana de la Oliva, 4 de septiembre, fue un festejo de
rejones con toros franceses de Hermanos Gallón, bien presentados y no demasiado
mutilados de pitones. Espectacular y entusiasta Andy Cartagena, que cortó tres
orejas y salió a hombros, Sergio Domínguez falló con el rejón de muerte y Diego
Ventura, oreja y oreja, sensacional en toda su lidia y, en especial, en el
quinto toro con los tordos “Lío” y “Fino”, con sus galleos en la cara del toro,
en los que los caballos no pierden de vista al oponente y alternativamente
ofrecen su cabeza o las ancas en eso que don Rafael el Gallo ejecutaba a pie
con primor. Lo mismo, pero desde las monturas. Dificil. Quiebros sin
desplazarse, piruetas en la misma cara del toro sin carreras ni galopadas y sin
pausas. En ese quinto toro pudo Ventura cortar los máximos trofeos, pero el
rejón de muerte le quedó contrario, al pico de la paletilla del astado, y el trance final tuvo la pega del vómito
sangriento. Sensibilidad a la francesa. A pesar de lo de la Guerra de la
Independencia, caballeros franceses ayudaron a los ejeanos en la Reconquista.
“Sea de los Caballeros”. La Berné, una finca ejeano - gala.
En el tercer
festejo de la Feria ejeana, 7 de septiembre, se lidiaron toros de Bañuelos,
cinco dijes y un inválido, el segundo. Este le correspondió a Sebastián
Castella, que, aunque tiene cara de jovenzano, es ya un torero con historia. No
pudo hacer nada con ese toro y en el quinto inició su faena con unos templados
y largos muletazos por bajo y siguió con ambas manos en ese buen aire y
contundencia, por delante y por detrás, con los que el galo recriado en Sevilla
ha recorrido los ruedos de España, Francia y América. Tan modoso él, tan sin
estridencias ni malos gestos. Mató de una estocada de perfecta ejecución y algo
perpendicular y el de Bañuelos, castaño, tocado arriba de pitones, tardó en
doblar y el premio se redujo a una sola oreja. A David Fandila “El Fandi” ya lo
conocen ustedes. Ha dado más de cien vueltas a la península Ibérica y siempre
lo mismo. Apañado con el capote, espectacular, poderoso y, aunque un poco
estebado, con piernas de hierro, recorre todo el ruedo en dos pares al cuarteo
y remata con un par de banderillas “al violín”, no sé si con un arpón o dos y
un par de palos que quedan sobre el morrillo del toro en el espacio de “una
perra chica”, de esas que había cuando la peseta se dividía en céntimos. Y a la
muleta. ¡Ay, madre mía! Voluntad, ganas de agradar, desplantes y la euforia
congelada tras los entusiasmos primeros. Sendas orejas en sus dos “Bañuelos”,
que no le sirvieron para salir a hombros porque en Aragón somos “más papistas
que el Santo Padre”. Aquí las dos orejas hay que cortárselas a un solo toro. Y
ponerles a todos los cornúpetos banderillas con los colores de la bandera de
Aragón, que algunos, muchos, llaman señera o estelada. Ahí queda eso.
El que salió
a hombros por la Puerta Grande fue el toledano Álvaro Lorenzo. Vino a Ejea otra
vez porque no pudo hacerlo el anunciado Cayetano por su fractura de costillas,
que es mal que necesita más de un mes de convalecencia. En la primera corrida,
Álvaro no salió a hombros porque el
presidente del festejo no quiso. El gentío, media plaza en los tres festejos,
se quedó con la copla y en esta corrida de los de Bañuelos consiguieron que el
de Toledo coronase triunfador la cima de la más alta montaña de la provincia de
Zaragoza, el Moncayo. A mi es que me dicen Toledo y me acuerdo de Bahamontes,
que llegaba a lo más alto y se paraba a tomarse un helado y esperar a los otros
ciclistas. Este Álvaro es torero de altas miras. Tiene la figura precisa,
estatura media, ni alto ni bajo, armonía, buen gusto, inspiración y duende. Su
primer toro de esta tarde se acobardó al final de la faena y buscó las tablas.
Naturalmente, lo mató en la suerte contraria, lo que parece un contrasentido y
no lo es porque, al vaciarlo con la muleta, el toro tiende a ir hacia los
adentros y el estoqueador hacia las afueras. Antes se hablaba mucho de matar
“al hilo de las tablas” y hasta “Don Ventura” escribió un libro de numerosas
efemérides toreras con ese título. Estocada de rápido y efecto y las dos orejas
necesarias para salir a hombros de la plaza. Y aún cortó un trofeo más en el sexto después de un
pinchazo y una estocada. Veremos a Álvaro Lorenzo de la Feria del Pilar en una
corrida de Montalvo, de los muchos y famosos Pérez que en Salamanca han sido,
Juan Mari, por ejemplo, y con la despedida no anunciada del francés Juan
Bautista, que en Arles organiza un gran espectáculo taurino-pictórico-musical
en la Feria del Arroz y con la orquesta de Chicuelo II ¿y la trompeta del
mexicano Flores? Pasa una charanga por mi calle de Ejea a los sones de un
corrido charro. Música, toros y caballos. Y una nueva estrella en el horizonte
torero, Álvaro Lorenzo, paisano también de don Domingo López Ortega. Distintos
duendes, distintos laureles coronan sus testas toreras. Tiempo, al tiempo …
N. B.:
Y a mal
tiempo, buena cara. Se enfadaron los que se llaman “informadores taurinos”
porque se divulgaron carteles de la próxima macro-feria de Zaragoza y
anunciaron un boicot contra la empresa que ha tomado en sus manos tan alta
responsabilidad, la de organizar doce festejos taurinos entre el 29 de
septiembre y el 14 de octubre, ocho corridas de toros, una de rejones y tres
novilladas, un año en el que estábamos amenazados de no contar con esta más que
centenaria celebración. Plaza tenemos desde 1764. Y hace cien años, 1918, no
hubo feria taurina en el coso de Pignatelli por culpa de la llamada “gripe
española”. Hubo otros años con otros problemas, la guerra, el suicidio de uno
de los empresarios, la falta de aspirantes a la mano de nuestra belleza
arquitectónica, pero por cuestiones burocráticas no había ocurrido nunca. ¿De
quién era la culpa? No es el momento de buscar culpables. El caso es que la
empresa formada por Jesús Mena y Julio Fontecha y avalada por la antigüedad de
Carlos Zúñiga ha cogido el toro por los cuernos y nos ofrece doce festejos
básicos en algo más de quince días. Una gran apuesta económica y profesional.
Festejos populares con la empresa de Jesús Arruga y una compleja organización
para mantener en funcionamiento la gran maquinaria. ¿Creen que es el momento adecuado
para un boicot informativo? Pienso que todo lo contrario. Es el momento de unir
fuerzas y voluntades para que las gentes vayan a la plaza aunque les estén
esperando en El Portillo los antis. Queden el orgullo y las malas caras para
otro momento. La Zaragoza de los toros se la juega de verdad. Piensen se
alguien puramente profesional se la hubiera jugado tan fuerte.
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