domingo, 23 de septiembre de 2018

UN TORO DE BANDERA (UN TORERO CON FUTURO)




En una plaza de tercera, 2 de septiembre, aunque por sus antecedentes ganaderos podía ser de primera, en Ejea de los Caballeros, cabecera de Las Cinco Villas de Aragón, surgió el acontecimiento. No hubo sorpresa porque en estos tiempos estamos acostumbrados a los éxitos bravos de los productos de “Alcurrucén”. Fue una corrida pareja con la excepción de la cortedad de pitones del primero de la tarde y el pelo berrendo en colorado del sexto. El resto, negros. Pero es que, además, ese sexto fue un ejemplo de mansedumbre frente a las nobles embestidas de los moritos, con algunas pegas del descarado quinto toro en la faena de muleta de López Simón, el descalzo de cada tarde. También se descalzaron, y en Ronda nada menos, Morante y Cayetano. Es como si una modelo saliera a posar o a un desfile de modelos con los bigudíes puestos. El toreo tiene su estética y unos zapatos buenos y limpios pueden mejorar un vestido deficiente. “La Chunga” era otra cosa. Total, cuatro “alcurrucenes” puestos a embestir. Pero el tercero, “Pocohambre”, tuvo la suerte de que le correspondiera a Álvaro Lorenzo, el toledano que ilusionó a los madrileños de Las Ventas y que nos volvió locos a los ejeanos desde el primer lance a la estocada. Yo agité mi pañuelo pidiendo el rabo del noble animal para este torero, que está llamado a mantener el fuego sagrado del arte de lidiar a un toro. Pero el presidente, un “aficionado de prestigio” elegido por el Ayuntamiento, decidió sacar sólo el pañuelo de los espectadores, que protestaron violentamente la decisión del usía. Tampoco hubiera estado de más ordenar la vuelta al ruedo de “Pocohambre”. Una oreja del segundo toro fue también para López Simón y el lugareño Alberto Álvarez se tuvo que conformar con los aplausos de sus paisanos ante sus buenos deseos y férrea voluntad. Son ya muchos años, pocas ocasiones y ninguna oportunidad más allá de nuestras fronteras aragonesas. Y el toreo es universal. La empresa de Ejea, Mena y Fontecha, que es también mayoritaria de la de Zaragoza, incluye en la próxima Feria del Pilar una corrida con diestros aragoneses. Veremos cómo responden los “sufridores” zaragozanos, que también soportarán una corrida concurso de ganaderías y la despedida de Juan José Padilla. Espero que ese día “el Pirata” se ponga fajín y se abroche el chaleco de luces. Valle Inclán le dijo Belmonte que, para su mayor gloria, sólo le faltaba morir en la plaza. “Se hará lo que se pueda, don Ramón”, le contestó el de la sevillana calle de Feria. Con la misma intención yo le sugiero al jerezano, ante la profusión de banderas piratas en sus actuaciones, que se deje pegar una cornada en una pierna para que le tengan que poner una de palo. Más pirata, imposible, incluido el pañuelo negro en la cabeza.
La segunda corrida de la Feria ejeana de la Oliva, 4 de septiembre, fue un festejo de rejones con toros franceses de Hermanos Gallón, bien presentados y no demasiado mutilados de pitones. Espectacular y entusiasta Andy Cartagena, que cortó tres orejas y salió a hombros, Sergio Domínguez falló con el rejón de muerte y Diego Ventura, oreja y oreja, sensacional en toda su lidia y, en especial, en el quinto toro con los tordos “Lío” y “Fino”, con sus galleos en la cara del toro, en los que los caballos no pierden de vista al oponente y alternativamente ofrecen su cabeza o las ancas en eso que don Rafael el Gallo ejecutaba a pie con primor. Lo mismo, pero desde las monturas. Dificil. Quiebros sin desplazarse, piruetas en la misma cara del toro sin carreras ni galopadas y sin pausas. En ese quinto toro pudo Ventura cortar los máximos trofeos, pero el rejón de muerte le quedó contrario, al pico de la paletilla del astado,  y el trance final tuvo la pega del vómito sangriento. Sensibilidad a la francesa. A pesar de lo de la Guerra de la Independencia, caballeros franceses ayudaron a los ejeanos en la Reconquista. “Sea de los Caballeros”. La Berné, una finca ejeano - gala.
En el tercer festejo de la Feria ejeana, 7 de septiembre, se lidiaron toros de Bañuelos, cinco dijes y un inválido, el segundo. Este le correspondió a Sebastián Castella, que, aunque tiene cara de jovenzano, es ya un torero con historia. No pudo hacer nada con ese toro y en el quinto inició su faena con unos templados y largos muletazos por bajo y siguió con ambas manos en ese buen aire y contundencia, por delante y por detrás, con los que el galo recriado en Sevilla ha recorrido los ruedos de España, Francia y América. Tan modoso él, tan sin estridencias ni malos gestos. Mató de una estocada de perfecta ejecución y algo perpendicular y el de Bañuelos, castaño, tocado arriba de pitones, tardó en doblar y el premio se redujo a una sola oreja. A David Fandila “El Fandi” ya lo conocen ustedes. Ha dado más de cien vueltas a la península Ibérica y siempre lo mismo. Apañado con el capote, espectacular, poderoso y, aunque un poco estebado, con piernas de hierro, recorre todo el ruedo en dos pares al cuarteo y remata con un par de banderillas “al violín”, no sé si con un arpón o dos y un par de palos que quedan sobre el morrillo del toro en el espacio de “una perra chica”, de esas que había cuando la peseta se dividía en céntimos. Y a la muleta. ¡Ay, madre mía! Voluntad, ganas de agradar, desplantes y la euforia congelada tras los entusiasmos primeros. Sendas orejas en sus dos “Bañuelos”, que no le sirvieron para salir a hombros porque en Aragón somos “más papistas que el Santo Padre”. Aquí las dos orejas hay que cortárselas a un solo toro. Y ponerles a todos los cornúpetos banderillas con los colores de la bandera de Aragón, que algunos, muchos, llaman señera o estelada. Ahí queda eso.
El que salió a hombros por la Puerta Grande fue el toledano Álvaro Lorenzo. Vino a Ejea otra vez porque no pudo hacerlo el anunciado Cayetano por su fractura de costillas, que es mal que necesita más de un mes de convalecencia. En la primera corrida, Álvaro  no salió a hombros porque el presidente del festejo no quiso. El gentío, media plaza en los tres festejos, se quedó con la copla y en esta corrida de los de Bañuelos consiguieron que el de Toledo coronase triunfador la cima de la más alta montaña de la provincia de Zaragoza, el Moncayo. A mi es que me dicen Toledo y me acuerdo de Bahamontes, que llegaba a lo más alto y se paraba a tomarse un helado y esperar a los otros ciclistas. Este Álvaro es torero de altas miras. Tiene la figura precisa, estatura media, ni alto ni bajo, armonía, buen gusto, inspiración y duende. Su primer toro de esta tarde se acobardó al final de la faena y buscó las tablas. Naturalmente, lo mató en la suerte contraria, lo que parece un contrasentido y no lo es porque, al vaciarlo con la muleta, el toro tiende a ir hacia los adentros y el estoqueador hacia las afueras. Antes se hablaba mucho de matar “al hilo de las tablas” y hasta “Don Ventura” escribió un libro de numerosas efemérides toreras con ese título. Estocada de rápido y efecto y las dos orejas necesarias para salir a hombros de la plaza. Y aún  cortó un trofeo más en el sexto después de un pinchazo y una estocada. Veremos a Álvaro Lorenzo de la Feria del Pilar en una corrida de Montalvo, de los muchos y famosos Pérez que en Salamanca han sido, Juan Mari, por ejemplo, y con la despedida no anunciada del francés Juan Bautista, que en Arles organiza un gran espectáculo taurino-pictórico-musical en la Feria del Arroz y con la orquesta de Chicuelo II ¿y la trompeta del mexicano Flores? Pasa una charanga por mi calle de Ejea a los sones de un corrido charro. Música, toros y caballos. Y una nueva estrella en el horizonte torero, Álvaro Lorenzo, paisano también de don Domingo López Ortega. Distintos duendes, distintos laureles coronan sus testas toreras.                          Tiempo, al tiempo …
N. B.:
Y a mal tiempo, buena cara. Se enfadaron los que se llaman “informadores taurinos” porque se divulgaron carteles de la próxima macro-feria de Zaragoza y anunciaron un boicot contra la empresa que ha tomado en sus manos tan alta responsabilidad, la de organizar doce festejos taurinos entre el 29 de septiembre y el 14 de octubre, ocho corridas de toros, una de rejones y tres novilladas, un año en el que estábamos amenazados de no contar con esta más que centenaria celebración. Plaza tenemos desde 1764. Y hace cien años, 1918, no hubo feria taurina en el coso de Pignatelli por culpa de la llamada “gripe española”. Hubo otros años con otros problemas, la guerra, el suicidio de uno de los empresarios, la falta de aspirantes a la mano de nuestra belleza arquitectónica, pero por cuestiones burocráticas no había ocurrido nunca. ¿De quién era la culpa? No es el momento de buscar culpables. El caso es que la empresa formada por Jesús Mena y Julio Fontecha y avalada por la antigüedad de Carlos Zúñiga ha cogido el toro por los cuernos y nos ofrece doce festejos básicos en algo más de quince días. Una gran apuesta económica y profesional. Festejos populares con la empresa de Jesús Arruga y una compleja organización para mantener en funcionamiento la gran maquinaria.           ¿Creen que es el momento adecuado para un boicot informativo? Pienso que todo lo contrario. Es el momento de unir fuerzas y voluntades para que las gentes vayan a la plaza aunque les estén esperando en El Portillo los antis. Queden el orgullo y las malas caras para otro momento. La Zaragoza de los toros se la juega de verdad. Piensen se alguien puramente profesional se la hubiera jugado tan fuerte.       

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