lunes, 23 de septiembre de 2013

DE CARA AL MAR


Se me abren las carnes cuando me hablan de la Fiesta y la califican de Española.  No en vano, en los años 60 del siglo pasado, viví casi todos los días de mi juvenil existencia escribiendo y confeccionando la revista “Fiesta Española” y haciendo juegos malabares para mantenerle hasta casi los finales de aquella interesante década, en la que supervivían toreros como Antonio Bienvenida y Antonio Ordóñez, volvían Manolo Vázquez y “Antoñete” y aparecían “los tres mosqueteros” que todo el mundo sabe que eran cuatro: Diego Puerta, Paco Camino, Santiago Martín “El Viti” y el verso suelto que siempre fue Curro Romero. La salsa picante era Manuel Benítez “El Cordobés”,  martillo de ortodoxos, ídolo de multitudes y reivindicador crematístico de la soldada torera. Llevó al Diccionario de la R.A.E. el “kilo de billetes”, equivalente a un millón de pesetas. La funda de su almohada sobre la que soñó su regreso a los ruedos fue firmada por don Pedro Balaña, don Pablo Chopera, don Livinio Stuyk y don Diodoro Canorea. Pese a todo, eran tiempos de alegría, de fiesta. No como los actuales, con toda la democracia que ustedes quieran pero con mucha pena. Pena, penita, pena, pena de mi corazón. Hace unos días leí un artículo de Félix Madero en el que afirmaba lo siguiente: “La fiesta, la mal llamada fiesta nacional, porque no es una fiesta y tampoco es nacional, tiene muchos engarces con la política. Para empezar, la lidia tiene cada vez menos adeptos y por eso hay calvas de cemento al capricho. La culpa es de los ganaderos, que crían sardinas y gatos en las dehesas; de los empresarios, que confeccionan carteles en los que la mediocridad y la falta de riesgo mandan y de los toreros, que tragan con una mentira que termina con ellos. Nadie se cree a un torero de postín lidiando en una plaza de segunda” Con comentarios como este y alguno más de cierta altura literaria y peor baba, comprenderá el que me leyera que hable de TRAGEDIA: Para mí es una tragedia que se tache de mentira en estos meses en los que medio centenar de toreros (matadores de toros y novillos, banderilleros) han caído heridos en las arenas de las plazas españolas con cornadas o lesiones de alto riesgo que en otros tiempos hubieran tenido fatales desenlaces, se diga que los ganaderos crían sardinas y gatos y resulte que algunos de los nefastos opinantes se rasguen las vestiduras porque se indulte la vida a toros o novillos bravos que se lidian por esas plazas de Dios, de primera, segunda o tercera categoría porque esa bravura que se mantiene en los toros de España, Francia, Portugal, México, Colombia, Venezuela, Ecuador o Perú se puede manifestar en sus ruedos, en la corrida de toros, fiesta que es más antigua que la tortilla de patata, tubérculo este que no se conoció en Europa hasta que no lo trajeron al Viejo Mundo los descubridores españoles. ¿Qué comían antes del siglo XVI los alemanes?

Y qué momento más inoportuno, señor Madero, para poner en solfa a los toreros. Rejuvenece la solera milenaria de Enrique Ponce, salta de la mesa de operaciones a la blanda arena de Ronda Morante de la Puebla y remueve las cenizas de Pedro Romero y Antonio Ordóñez y pone los pelos de punta a Rafael el Gallo, el gitano de los Gómez, el improvisador Talavante le canta por lo bajini a un toro en Mérida y Miguel Ángel Perera sienta sus reales en las ferias más importantes. Era ya un torero desde su más tierna infancia, pero la compañía de Fernando Cepeda ha consolidados sus excepcionales aptitudes. Y José Mari Manzanares, hijo y nieto. Dos abuelos nos dejaron hace poco, el de Ponce y el de Manzanares. A Pepe Manzanares lo conocí al lado de su hijo, allá por tierras murcianas, cuando el de Alicante, el padre del actual, tomaba la alternativa y tenía que cortar la temporada y descansar de sus ajetreos taurinos y juveniles. Pepe Dols tenía afanes poéticos y lo cierto es que en los ruedos recitó con ritmo y rima su hijo y ahora lo hace su nietro. Y cómo traspasa las maromas de los asientos de barrera y sube hasta las alturas míticas del viejo circo romano de Nimes. Tengo envidia. En Francia están los mismos toreros y los mismos toros que en España, pero los franceses van a los toros y ¡cómo van!. Con alegría, con serenidad, con templanza, sin estridencias, sin alborotos, con buenas bandas de música, armónicos y toreros pasodobles, con generosa entrega y moderada ecuanimidad. De Bayona a Nimes. Para los aficionados, Bayona es la nueva San Sebastián y Nimes la nueva Barcelona, refugios de los vascos y catalanes. Por ahí aparecen las orejas del lobo trágico que se quiere zampar a la Fiesta Española. La tragedia de los nacionalismos.

Pero lo de José Mari Manzanares en Nimes fue una lección magistral en la que se juntaron la ciencia, la inspiración, el toro y el torero. Desde al primer lance a la estocada en el segundo y sexto toros de su mano a mano con “El Juli” con lleno total. ¿Se hubiera llenado la plaza de Bilbao, por ejemplo, con este mismo cartel? ¿Media entrada? Algo huele a podrido…Después todo se olvidó y Manzanares salió a hombros por la Puerta de los Cónsules. ¿Perfecto? Como decía Wilder en lo de “las faldas a lo loco”: Nadie es perfecto. Un fallo por parte del torero: perdió la muleta en la emociónate ejecución de la estocada en la suerte de recibir en el sexto  por la violencia de la embestida del toro. Otro fallo por parte del ese toro: escarbó más de la cuenta. Dos fallos hacen más humana la apoteosis torera de la Feria de la Vendimia de Nimes. Humanamente divina.

Y para remate, un comentario sobre lo que Antonio Gala escribió en “El Mundo” hace unos días. Gala nació en Brazatortas, Ciudad Real, donde le regalaron un nicho con el encabezamiento de “Aquí yace el cordobés de Brazatortas …”, pero se crió en Córdoba en el complejo de la Electromecánica, donde el padre del escritor ejercía como médico. Allí, a su casa, la de sus padres, fue a comer un día de 1947 Manuel Rodríguez “Manolete”, que le explicó al joven Gala, 17 años sin cumplir, lo atroces que eran cada día de corrida la hora, el calor, el riesgo, el traje de luces… “Aquella temporada murió en Linares. Un par de “buenos amigos” impidieron entrar en la enfermería a la mujer con que pensaba casarse “in artículo mortis””. Don Antonio, con todos mis respetos, ¿usted cree que en aquellos momentos “Manolete” estaba en disposición de pensar en esas cosas? Ni “Manolete”, ni “Joselito” en Talavera, ni Granero en Madrid. Dicen los que saben, o dijeron hace tiempos, que “Manolete” no se casó con Lupe sino para no darle un disgusto a su madre. He curioseado en la biografía de Antonio Gala y he descubierto que, en su bautismo por la Iglesia, creo que no hay otro, le impusieron los nombres de Antonio Ángel Custodio Sergio Alejandro María de los Dolores Reina de los Mártires de la Santísima Trinidad y Todos los Santos. Ahora me explico muchas cosas y que dejara sus oposiciones de Abogado del Estado y se fuera a un convento de Cartujos. Uno sería, dadas las mismas circunstancias circunstancias, hasta anticlerical.       

miércoles, 11 de septiembre de 2013

LOS PASEILLOS EN SOLITARIO



Tenía el pensamiento de tocar muchos temas, el de la vigencia de Enrique Ponce, la actividad profesional de Adame, el tributo sangriento que pagan los toreros en la recta final de la temporada o las dificultades económicas de la fiesta que puede que la lleven a una restructuración necesaria para abaratar sus costes. No puede ser que una entrada para una corrida en una plaza de tercera cueste 50 euros, más de 8 mil pesetas. Ocho más ocho, dieciséis, las almohadillas, un par de cervezas y el transporte. Y ahora no hay casas de empeño que te presten un dinero por el colchón matrimonial.
Pero llegó Morante y apartó de mí todos los buenos y malos pensamientos. Me apetece hablar de los paseíllos en solitario. Primero del forzado de hace unos días en la extremeña Mérida. Estaba programado como mano a mano del propio Morante con el lugareño Talavante y el aliciente de la transmisión por TV. E. , que en septiembre del año pasado tuvo la bondad de televisar otra corrida desde Valladolid. Buena ocurrencia: el primer domingo de septiembre, con diversos festejos en España y Francia, una corrida televisada gratis y con buenos alicientes artísticos. Antes, cuando la Española, entonces la única de España, televisaba una corrida existía lo del “lucro cesante” y los empresarios perjudicados eran indemnizados no sé si adecuadamente, pero algo es algo. Ahora, ni preguntar. Cogida de Morante en Huesca. Mi amigo Ricardo Díaz Manresa dice que dejaron solo a Talavante. Yo creo que le vino bien al de Extremadura para sacarse la espina de Madrid y para beneficiarse de una publicidad que no le costó una peseta y que, valorada económicamente, puede que exceda los posibles honorarios a los que renunció  el diestro “cantaor”.
Las corridas en solitario siempre han tenido unas connotaciones muy subjetivas que casi nunca se explicitaron. Las de las despedidas de “Lagartijo” en Zaragoza, Bilbao, Barcelona, Valencia y Madrid, del 7 de mayo al 1 de julio de 1893, con toros del duque de Veragua en todas ellas, menos en la de Zaragoza, que fueron de Espoz y Mina (Carriquirri), a los 51 años de edad y 27 temporadas como matador de alternativa ( le quedan años a Ponce para igualar al Califa de “Sobaquillo”, aunque creo que le ha superada ya en festejos toreados) con resultados muy negativos en lo artístico y con la especial circunstancia de que en Madrid, al coincidir con el día del Corpus, se traslado la procesión solemne a la mañana para que los aficionados asistieran a la corrida por la tarde.  Sorprendente a día de hoy. Otro hito solitario fue la corrida de José Gómez Ortega en Madrid con siete toros de Martínez, los de Colmenar Viejo, ganaderos de la familia  del santo varón que era don Luis Fernández Salcedo, autor de “Los Cuentos del Viejo Mayoral” y de la biografía del toro “Diano”, mítico semental de dicha vacada.
Como escribo de memoria y no repaso documentación alguna, doy un salto de muchos años hasta llegar a Antonio Bienvenida, que hizo el alarde en más de alguna ocasión y hasta quiso hacer doblete en tarde y noche hasta lograr completar la docena toros lidiados y muertos a estoque, cosa que no consiguió por culpa de un inoportuno calambre muscular que le impidió consumar la hazaña y dejar que fuera Antonio Mahillo el que rematara los tres últimos toros de la noche. Para “Don Antonio”, Madrid siempre fue refugio de todos sus males. El más madrileño de todos los toreros aunque naciera en Caracas, que en la despedida de 1966 también se enfrentó a seis toros.
También Luis Miguel lo intentó y le amargó el pasodoble Raúl Acha Sanz, más conocido por Raúl Rovira, nacido en Argentina, nacionalizado peruano y puede que mexicano, que, días antes que el madrileño, también se enfrentó a seis toros en Madrid. Como lo hizo años después Gregorio Sánchez y mató los seis toros en tiempo record. Y Pablo Lozano, Pedro Gutiérrez Moya, Curro Romero, de terciopelo grana, y alguno más. Pero para mí, en Las Ventas el cetro lo tiene Paco Camino. que lo consiguió el 4 de junio de 1970. Cerca le anduvieron Gregorio Sánchez, que en siete cuartos de hora mató seis toros, y Andrés Vázquez  iniciador en 1970 de la moda de matar seis “victorinos” en Madrid, moda continuada por Pedro Gutiérrez Moya y Roberto Domínguez en 1988 y 1989, rematada este mismo año con poca fortuna por el mentado Talavante y no lograda en Zaragoza por Raúl Gracia “El Tato”, puesto que resultó cogido por el quinto de la tarde. Profusa y variada la demostración del moderno “Joselito” en Madrid, San Sebastián de los Reyes, Zaragoza, Nimes y Valladolid y tintada en sangre la de Miguel Ángel Pereda en 2008. Morante en la Beneficencia de 2007, lo de José Tomás en Barcelona y Nimes y la única de entre los novilleros de Julián López “El Juli” en su presentación en Las Ventas del 13 de septiembre de 1998, días antes de tomar la alternativa en Nimes, con el antecedente inesperado de Rafael Llorente el día 12 de agosto de 1945, cuando el de Barajas tuvo que matar seis novillos de Demetrio Fraile por cogidas sufridas por sus compañeros de cartel, Jesús Guerra y Manolo Navarro.

Del apretado resumen todo lo fidedigno que pueda garantizar mi vieja memoria, pasamos a la realidad del pasado día 7 en Ronda. El marco ya es para poner a temblar a las cenizas de don Pedro Romero y don Antonio Ordóñez. ¿El testimonio?  En mis tiempos jóvenes yo conocía a los toreros por las fotografías que prodigaba “El Ruedo”. Ahora he visto una docena de estampitas de los herederos de don Pepe Arjona y se me ha puesto la carne de gallina. Como las que he visto en ABC, una página completa, y en El Mundo. ¡Torero! ¡Torero! ¡Torero! Solo un pero: que hubo de descalzarse porque el piso del secular ruedo era una playa de arenas movedizas. De los toreros que a mí me han tocado el trigémino del alma, el de la Puebla es el más largo de todos ellos. Desde Cagancho y Pepe Luis a Curro y Paula, siendo los dos primeros toreros de técnicas depuradas. Y viniendo de una reciente cornada, Morante se sentó en una silla, cruzó la pierna derecha sobre la siniestra y esperó la llegada del toro para consumar un quiebro que hubiera firmado el mismo “Gordito”. Las verónicas, las chicuelinas, los ayudados por alto, las trincheras y los naturales del natural. Del sobrenatural, diría yo si ya estuviera en el cielo. Antes de morir, don Manuel Bienvenida vio torear a su hijo Antonio y confesó “Ya me puedo morir a gusto, ya he visto torear”. Yo no es que me quiera morir ni a gusto ni a disgusto y repito cada día aquello que le dijo don Andrés Segovia, insigne guitarrista noventón, cuando un periodista le preguntó qué era lo que le pedía a Dios: “Que me deje aquí un ratico más porque me encuentro muy a gusto”. Con estos ricos manjares ¿quién es el pánfilo que quiere dejar este mundo? Y siga su camino, divino señor de La Puebla. Gracias.