miércoles, 20 de abril de 2011

LA PASIÓN SEGÚN SAN JORGE

Hoy era buen día para leer y escuchar a don Juan Sebastián y sus pasiones, la de San Mateo o la de San Juan. Es excelente ejercicio espiritual. Pero el señor Solís, cronista taurino del prestigioso Heraldo de Aragón, terminaba su crónica de la corrida del Domingo de Ramos con el siguiente párrafo: “Empezamos la semana de pasión. Espero que el calvario acabe pronto. Y sin espinas…”. La Pasión Aragonesa, la de su patrono San Jorge que este año, por aquello de la luna llena, coincide con el Sábado Santo, antes de Gloria, vísperas del Domingo de Resurrección. La Pasión según San Jorge, que es santo universal. San Jorge de Capadocia se venera en Alemania, Francia, Georgia, Grecia, España, Portugal, Inglaterra, Italia, Rusia, Ucrania, Malta, Etiopía, Brasil y México. Soldado de la guardia de Diocleciano, se negó a masacrar cristianos y fue condenado a morir, después vino lo del dragón y la princesa y, siguiendo el ejemplo del arcángel Miguel y Santiago Matamoros, empuñó su lanza y acabó con el monstruo. Su cruz figura en el escudo de Aragón desde 1499. Las barras, el árbol, las cuatro cabezas de moros, nuestra pasión superada con el dulce lanzón el día 23 de abril, otros años lejos de la Pasión de Jesucristo.
Yo no lo veo tan oscuro todo. Lo único que me preocupa es que la abstención de la afición a los toros aumente como parece que señala la pobre asistencia a las dos primeras corridas de esta temporada zaragozana. Y a ello pueden contribuir muchos matices, entre los que no es despreciable el de la poca atención de los medios de comunicación hacia la corrida y su ambiente (el propio Heraldo aragonés, hace treinta años todos los días publicaba noticias de toros y ahora ni siquiera nos dice lo que ha sucedido en las plazas de primera) y luego los comentarios despectivos y derrotistas. A mí la corrida-concurso del sábado 16 de abril, pese a toda la parafernalia hipertrofiadora, me pareció interesante. Pesada porque entre cites al caballo, vueltas y revueltas de los equinos y largas faenas nos acercamos a las tres horas de espectáculo que me hicieron añorar aquella corrida que toreó en solitario en Las Ventas de Madrid Gregorio Sánchez y que no llegó ni a la mitad de esta, hora y media escasa y con profusión de orejas, vueltas al ruedo y salida a hombros del de Santa Olalla.
Quizá ha sido la corrida-concurso más pareja de las que se han celebrado en Zaragoza a lo largo de los últimos tiempos, antes y después del Reglamento de Espectáculos Taurinos de Aragón y las inefables Bases firmadas por el doctor don Luis Francisco Esplá o los sesudos y geométricos expertos que le acompañaron en su redacción que dice, entre otras cuantas chorradas, que los toros sustitutos o sobreros no entrarán en el concurso, pura discriminación taúrica como la de que en plazas de tercera no se puede indultar a un toro bravo. El caso es que de los toros anunciados y retratados no vinieron a Zaragoza ni el llamado “Solo” de Concha y Sierra y “Jaranero” de Toros de la Reina, al que le hicieron la foto con los rulos puestos. Aun así, tanto el sustituto “Aceitunero” de Concha y Sierra como el de Toros de la Reina, “Sedero”, fueron dignos en cuanto a trapío y bravura, pese a que el primero intentara saltar la barrera y el de “Joselito”, torero-ganadero, fuera sin rasmia al caballo y le picaran muy superficialmente. “Gargantillo” de Herederos de Felipe Bartolomé, el de menos peso junto con el de Adolfo Martín, 480 y 475 quilos, fue el más completo en los tres tercios, mientras que el de Adelaida Rodríguez García, “Garboso”, de 581 quilos, el de más peso, completaba un buen primer tercio con cinco entradas al caballo de largo y galopando y se moría nada más iniciarse la faena de muleta por el castigo recibido o por alguna lesión o enfermedad. Este fue el escueto resumen que redactó el mejor cronista del toro de esta y muchas otras épocas, Ignacio Álvarez Vara “Barquerito”: 1º- “Aceitunero”, de Concha y Sierra, noble, con fijeza y justo de fuerza. 2º- “Gargantillo”, de Herederos de Felipe Bartolomé, bravo. 3ª- “Sortijero”, de Juan Luis Fraile, sangrado, encastado y repetidor. 4º- “Aviador”, de Adolfo Martín, encastado, listo y difícil. 5º- “Garboso”, de Adelaida Rodríguez García, cinco galopadas al caballo, muy sangrado, se derrumbó. 6º- “Sedero”, menos picado, con bravo son.
Se concedió el premio al toro más bravo a “Gargantillo”, el santacoloma de Felipe Bartolomé, al mejor picador a Romualdo Almodóvar que picó aceptablemente a este segundo toro aunque siempre con el palo montado, y el premio al mejor lidiador fue para Serafín Marín, al que le correspondió ese segundo toro y el quinto de Adelaida Rodríguez, lisardo con gotas de Murube, los dos de los más lucidos tercios de varas y bien aprovechados por el charnego catalán. Magnífica su estocada a ese segundo toro que fue premiado con la vuelta al ruedo. Para Serafín fue la única oreja de la tarde. Javier Castaño, salmantino, por lo que se le supone amplia experiencia en los tentaderos aunque no luciera sus habilidades en esta ocasión, mató a su primero de una estocada contraria y el descabello a la primera y al cuarto de pinchazo y media trasera. Paul Abadía “Serranito”, que sustituía al lesionado Alberto Álvarez, mató al graciliano de Fraile, los miuras de salamanca, de estocada atravesada y otra trasera y el descabello. En el sexto, el de “Joselito”, sin castigo y que embistió bien a la muleta, “Serranito” no supo acoplarse a su estilo y la faena fue cuesta abajo. Pinchazo y media estocada.
Total, dos toros de excepción en el caballo, tres interesantes, buen coctel de sangres y la excelente tarde de Serafín Marín con el capote, la muleta y la espada, en la lidia y en el lucimiento.
La corrida del Domingo de Ramos fue de la ganadería de Toros de Parladé, con pastos en Portugal, en Alantejo, pero titularidad en la zona de Mediodía española, predominantemente andaluza. Me aseguran que don Juan Pedro, fallecido al día siguiente en un accidente de carretera por tierras onubenses, asistió a este festejo para acompañar a su hijo Fernando. No es extraño porque ahora mismo Parladé se basa en un lote de reses de don Juan Pedro sin cruce veragüeño, en pura casta Vistahermosa. La corrida tuvo dos partes proporcionales, la primera más terciada pero con picante y los tres últimos de más presencia y volumen que parece que se inflaban con el paso de los minutos. Destacar el toreo a la verónica de Morenito de Aranda, el buen arte de picador de Antonio Prieto que tiró el palo a la antigua usanza, como recuerdo que lo hacía en Madrid “Aldeano chico”, la inspiración y gusto con los engaños de Juan Mora, mal con la espada, y la definición de Daniel Luque, un bailador que baila aunque no escucha la música. Se les dio poco sitio a los toros y solo Morenito de Aranda consiguió dar una vuelta al ruedo en el segundo de la tarde, al que consiguió templar al principio y luego gustarse en los remates de muleta. Lo mató de una casi entera y Luis Miguel Melendo “El Mene”, de Calatayud a punto estuvo de sufrir un grave percance las dos veces que intentó apuntillar al cornúpeto. Al banderillero Jaime Padilla se le nota que le hace los trajes el mismo sastre que a su hermano Juan José.
No me defraudó Juan Mora en sus dos toros, hizo lo más clásico y artístico; en su línea aunque encimista en el quinto toro Morenito de Aranda y decepción ante Daniel Luque, sobre todo en el buen sexto toro. Insípido, inane y mecánico. Debe reaccionar. Y puede.

lunes, 18 de abril de 2011

CUANDO EL DOMINGO ERA DE GLORIA

Como el tiempo, también las costumbres cambian muchísimo. Antes la Semana Santa en España era muy diferente a la de ahora. Se recorrían los Monumentos con el Santísimo, las mujeres se ponían las mantillas de encaje sobre las altas peinetas, los hombres vestían de oscuro, en los cines ponían películas sobre la Pasión y en la radio se oía música sacra. Había procesiones más o menos peculiares, las imágenes estaban cubiertas de telas moradas y, desde el elevado púlpito, el orador sagrado tronaba apocalípticamente el ambiente con la exposición del significado de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz. El sacerdote se lavaba las manos antes de iniciar la Consagración y se volvía con los brazos extendidos hacia los fieles y en latín pronunciaba un “Domininus vobiscum”, el Señor sea con vosotros, que conmovía a los fieles. Y el sábado se rompían todos los velos, se lanzaban al viento los sones triunfales, los teatros y cines estrenaban sus mejores novedades y en muchas plazas de toros se abría la temporada con una gran corrida. En Zaragoza también, incluso llegaban las revistas de “varietés” a pesar de que la ahijada de Millán Astray, Celia Gámez, decía que el público de la capital aragonesa era el más complicado de España.
Esa tradicional corrida de Pascua se convirtió, por obra y gracia de los afanes innovadores de don Diodoro, el yerno de Pagés, en la Feria de Primavera y, aunque contrataba a los mejores con el trío de Puerta, Camino y El Viti como base, resulta que no llegó a cuajar nunca. La primavera por esas tierras no suele ser muy apacible y, aunque la cubierta podría haber sido un lenitivo contra el cierzo, no se ha conseguido que el coso de don Ramón Pignatelli se pueda considerar de temporada pese a los empeños oficiales de los pliegos de arriendo. Hubo un momento, a principios de los 80 del siglo pasado, en que parecía que no habría ni un solo empresario que se hiciera cargo de la explotación de la plaza. Aquello se soslayó de la mejor forma, luego se autorizaron los festejos populares que le añadieron algo de salsa al guiso pilarista y la citada cubierta le puso un poco de calor a las intemperancias del ambiente y de los llamados aficionados y sus sesudos mentores. La nobleza baturra convertida en una lucha navajera de la que yo mismo salí escaldado. Me parecía que aquello no podía ir a más y resulta que en estos momentos de penuria se ha acentuado la guerra de guerrillas y dos bandos se disputan los mandos del cotarro. Y, como tenemos estos medios de comunicación modernos, resulta que cada uno se ampara en su trinchera y dispara a todo lo que se mueve. Para más dolor sucede que cada uno puede dictarse su propio reglamento con el curioso resultado de que en Madrid se puede salir por la Puerta Grande si se corta una y una oreja y aquí es necesario cortárselas a un mismo toro, como si no fuera factible que hubiera que sacar a hombros a un torero que no ha cortado ninguna oreja. Un día de estos contaré lo que para mí es el toreo de capa y lo que recuerdo que era Antonio Gallardo en la plaza de Sevilla.
Bueno, como están las cosas tan complicadas por estos lugares, el empresario, Ignacio Zorita, se ha armado de valor y nos anuncia la temporada primaveral con una corrida concurso de ganaderías para que se luzcan los que pintan las rayas en el ruedo, se paseen los picadores de portón a portón, se guarden en el antiguo patio de caballos y se pique en una pequeña porción del albero frente a los chiqueros. Las dos rayas las inventó Domingo Ortega cuando se retiró. El peto no deja ver al toro y no es más bravo el que más veces entra al caballo al peso sino el que va al castigo con alegría y fiereza y empuja sin desmayo. Para todo eso no hacen falta rayas ni ceremonias. El afán de mandar y gobernar. Hubo alguien en mis tiempos que se arruinó por eso, por querer mandar y gobernar la fiesta. Cosas. Pues, para iniciar esta temporada de 2011, el discutido señor Zorita nos ofrece un concurso de ganaderías: un toro de Concha y Sierra, veremos si de su origen vazqueño o de lo nuevo de Juan Pedro, otro de los Herederos de Felipe Bartolomé para recordar a los de Conde de Santa Coloma, otro de Juan Luis Fraile, en la misma línea por la vía de don Graciliano, otro de Adolfo Martín, los albaserradas distinguidos en el Levante hace unos días, un lisardo de Adelaida Rodríguez y el último de “Toros de la Reina”, de Trujillo (Cáceres), Domecq y Núñez. Esperemos que sean toros elegidos para competir en este campeonato de la bravura y que sus lidiadores, Javier Castaño, Serafín Marín y Alberto Álvarez, sepan darles la lidia adecuada. Difícil papeleta para ellos y sus cuadrillas y en especial para el último, el de La Valareña, barrio de Ejea de los Caballeros, que, como se dice en el argot taurino, “es el menos toreado”. Con perdón, don Alberto. Esta corrida se celebrará el próximo sábado, 16 de abril, vísperas del Domingo de Ramos. “El que no estrena no tiene ni pies ni manos". El miércoles, el periódico me cuenta que Alberto Álvarez ha sufrido una voltereta en su necesario entrenamiento con resultado de fractura de cuatro costillas y luxación en el hombro izquierdo, lesiones que, lógicamente, descartan su participación en esta corrida. Pero ¿desde cuándo impera la lógica en este mundo? Veremos. Para el Domingo de Ramos, la empresa nos anuncia una corrida de Parladé, ahora portuguesa pero con un claro origen hispano de Vistahermosa con ganado procedente de Gamero Cívico, Tassara y Domingo Ortega y lo no veragüeño de don Juan Pedro. Es el cartel estrella con el renacido Juan Mora, el único matador de los últimos tiempos que no utiliza el estoque simulado, por lo que pudo rematar en el instante justo su medida faena madrileña, el interesante artista burgalés Morenito de Aranda y Daniel Luque, que nos sorprendió hace ya un par de temporadas en Madrid con su toreo a la antigua por ambas manos y sin espada. Un cartel prometedor. El día de San Jorge, fiesta nacional aragonesa, inglesa o rusa, Sábado de Gloria en la vieja liturgia, una corrida de rejones con los murubes de “Castillejo de Huebra” para Andy Cartagena, Álvaro Montes y Sergio Domínguez. Muy complicado este calendario festivo en el que coinciden tantos factores que no sé si van a quedar gentes en Zaragoza a pesar de la subida de la gasolina. Y el 8 de mayo una corrida nacionalista con toros extremeños de la que ahora se conoce por “Peñajara de Casta Jijona” y de procedencia gloriosa de don Baltasar Ibán, un ganadero de raza. Los aragoneses Ricardo Torres, Daniel Cuevas y Carlos Gallego se encargarán de su lidia. Tanto el veterano Torres como sus más nuevos compañeros Cuevas y Gallego son puras incógnitas de una historia apenas vivida y menos contada. Y, en dos fines de semana de este mes de mayo, cuatro novilladas en las que figuran el mejicano Diego Silveti, saga torera de gran raigambre, el francés Dufau, con una sola efe, Juan del Álamo a punto del doctorado, López Simón y Víctor Barrio. A todos, matadores de toros, toreros de a caballo, novilleros y sus correspondientes cuadrillas, el valor se les supone. Al empresario, en estos tiempos y en esta Zaragoza, se le reconoce. Suerte para todos. Y para la fiesta.

domingo, 10 de abril de 2011

No hay primer tercio

Otro enlace de un artículo mío, publicado en el blog "Del toro al infinito", de Juan Lamarca

http://deltoroalinfinito.blogspot.com/2011/04/topinero-y-tomas-campuzano-from-cabana.html