viernes, 11 de agosto de 2017

JULIO, MES, TORERO


Lo primero que me sugirió el título de este nuevo intento de comunicación con mis amigos y puede que lectores, fue la persona de Julio Pérez “Vito”, TORERO por antonomasia. Andaba cómo torero, respiraba cómo torero, saludaba cómo torero, sonreía cómo torero. Esperabas que se plantara ante tu persona, levantara los brazos, te diera un abrazo y girase sobre la punta de sus pies y saliera andando con el garbo de un velero bien mecido por el viento de la amistad. Era siempre el TORERO. El mejor par de banderillas que vi, palabra de honor. Pero  quería hablar del pasado mes de julio y sus vicisitudes, pasado ya el amargo trago de la muerte de  un torero, gallego de origen y vasco de nacimiento, que se hizo matador de toros en los campos de La Alcarria y se ganó el aprecio del coso bilbaíno entrando a matar sin engaño alguno, cómo lo hacía el cordobés Antonio José Galán. Loor y memoria de Ivan Fandiño. André Viard, en el prólogo  del número 46 de su colección “Tierras Taurinas”, ha hecho un canto mitológico de las virtudes toreras y humanas de Fandiño  con el significativo título de “La muerte, sinónimo de vida”. Recomendado por su texto y por sus ilustraciones y por todo lo que viene después con la Camarga francesa cómo primer escenario.
Empezó este mes de julio con Roca Rey, herido en Badajoz al entrar a matar y partirse el estoque, circunstancia que se volvió a repetir en su reaparición en Pamplona, eje del calendario taurino “juliano” con otros sucesos importantes en diferentes plazas, cómo la actuación de Enrique Ponce en Teruel el día 8, con toros de Adolfo Martín, inusuales en los carteles en los que figura el de Chivas ( soy contrario al invento de palabras nuevas como las de “acartelar” o el “entreno”) , sumado en esta ocasión a los nombres de Curro Díaz y Morenito Aranda, compañeros de cartel el año pasado de Victor Barrio, festejo en el que murió como consecuencia de la cornada que le produjo un toro de “Los Maños”, oreja y oreja para el de Chivas y otras tantas para el  de Aranda. Morante de la Puebla y Cayetano salieron a hombros en Arévalo y Juan del Álamo triunfó en Lisboa.
Pamplona, diez días de rito continuo y repetido, inició su feria con una novillada que sirvió para confirmar las esperanzas toreras del venezolano Jesús Enrique Colombo, los rejoneadores al día siguiente, cohete en la plaza del Ayuntamiento y tarde gris para Hermoso de Mendoza, al que “mojó la oreja” su paisano y discípulo Roberto Armendáriz, que cortó cuatro orejas y salió a hombros. Día 7, San Fermín (“A San Fermín pedimos por ser nuestro patrón…¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!”), el encierro de Cebada Gago, el quinto toro se rompió el cuerno por la cepa y fue sustituido por un sobrero de Salvador García Cebada de 475 quilos, en contraste con el sexto titular que pesó 630 quilos, un buen toro que tuvo un pitón izquierdo de ensueño que no aprovechó el valenciano Román, al que le concedieron una oreja  del tercero. Se cantó la ranchera “Y sigo siendo el rey” y la canción-tuist de Conchita Velasco de “La Chica Ye-Ye”. Todos los días. Y todos los días las meriendas de bocadillos a barra entera de chorizo de Pamplona o chuletas de cordero y cazuelas de ajoarriero o cocochas de merluza, todo bien regado de clarete navarro, champán o grandes vasos de plástico repletos de ginebra y tónica, camisetas avinagradas, crestas de colores y narices, orejas y cejas perforadas por hierros y pendientes. Tatuajes a cuerpo entero. Todo un cuadro multicolor con uno de los patios de la plaza inundado por basuras de distinta índole que arrojan desde el tendido. Gran contraste entre sol y sombra y personalidad a ambos lados. Y como modelo sempiterno, el incombustible alcalde solanero - chaqué, pantalón a media pantorrilla y chistera de un par de reflejos -, que coloca al cuello de los triunfadores su correspondiente pañuelo rojo. Pero casi todos los días, 17 mil espectadores en el coso pamplonés.
El día 8, toros de José Escolar para Eugenio de Mora, Pepe Moral, torero de buen gusto, oreja en el quinto, y Gonzalo Caballero, herido en el glúteo izquierdo en el tercer toro. Acontecimiento triste el día 9 por la cogida de Pablo Saugar “Pirri” al poner el primer par de banderillas al toro de “El Puerto de San Lorenzo”, cornada en el vientre con salida del paquete intestinal, perforaciones varias y lesión de la uretra. Pudo darse el record del toro más rápido de la historia de los encierros con el castaño de “La Ventana del Puerto” que en Mercaderes se adelantó a sus parientes de “El Puerto”, les cogió una ventaja de doscientos metros y, al llegar a la entrada de la plaza, tropezó con dos corredores, se cayó y al final se unió a toda la manada. Este toro se llamaba “Huracán”, rama de Aldeanueva, personalidad de “El Raboso”, y esa fue su condición en la lidia  que le dio el extremeño José Garrido, que logró cortarle una oreja sin llegar a sacarle todo su jugo bravo. Paco Ureña obtuvo otra oreja del segundo de la tarde y Curro Díaz solo pudo apuntar su exquisita torería. Lo confieso: es  torero de mi gusto.
Nada que contar de la corrida de Fuente Ymbro, apoteosis con Puerta Grande de Cayetano en su presentación en la plaza dilecta de sus antecesores, padre, “Paquirri” y abuelo, don Antonio, oreja y oreja de los “Jandilla”, los mismos trofeos para Roca Rey, herido otra vez al entrar a matar y partirse la espada y salida a hombros hacia la enfermería con la vista puesta en el toro a ver si claudicaba con medio estoque en su cuerpo y tarde en blanco para Perera, que en primer lugar lidió un toro de “Vegahermosa”. Con la corrida de Victoriano del Río, Ginés Marín fue el único torero de a pie de toda la feria que cortó dos orejas a un toro, al sexto de “Toros de Cortés”. También el cuarto fue del mismo hierro. Castella cortó una oreja del primero y López Simón sendos trofeos de sus antagonistas cornúpetos. En Pamplona les gusta llamarles morlacos, término que a mí me suena a despectivo. En la corrida de Núñez del Cuvillo se dio otro hecho destacable en esta feria pamplonesa que ha tenido su riqueza anecdótica para bien y para mal. En esta ocasión fue para mejor pese a que su autor no resultase premiado con los trofeos merecidos aunque una vuelta al ruedo en estos tiempos se puede considerar  algo insólito. El peripatético diestro fue Antonio Ferrera. De siempre he repetido que los toreros de facultades suelen mejorar con la edad y con la disminución de sus impulsos físicos. Le ocurre también a Ferrera que ya no salta hasta tocarse la punta de las zapatillas con los dedos de la mano después de colocar un par de banderillas. Pero se acentúa ese sosiego con capote y muleta. El comienzo de su gran faena de muleta al cuarto “cuvillo” fue con un muletazo de cite muy original que yo llamarían “ferrerina” como en tiempos se llamó “pedresina” al invento de Pedrés, “del fusil” al de Chamaco, “el imposible” con final de “arrucina” al del mexicano Antonio Campos, “cambiado a muleta plegada” al de Antonio Bienvenida, “estatuario” al de Manolete, “el cartucho del pescao” al de Pepe Luis y “litrazo” al de Miguel Báez, de lado a lado de la plaza con la muleta en la mano izquierda en la espalda y girando el engaño 180 grados al llegar el toro a su jurisdicción. Ferrera se colocó en los medios con la muleta medio plegada sobre el pecho y en la mano izquierda, giró la muleta sobre su cabeza en una especie de afarolado mientras llegaba a su jurisdicción el de Núñez del Cuvillo para embarcarlo con  otro giro de su muñeca en un templado natural. Y luego… una completa faena. ¿La más completa de la feria? Pienso que sí. Recuerdo que hace muchos años a Juan Barranco Posada le concedieron las orejas en Madrid sin entrar a matar por sufrir una cogida. En esta ocasión la gente pidió esos trofeos. Concédalos usted, señor enchisterado presidente o acicalada presidenta, que no recuerdo a quién lo tocaba presidir esa corrida, en la que si fue premiado Talavante y en la que pasó sin ruido Ginés Marín, sustituto de Roca Rey. Mala y descastada corrida de Miura en la que  “Rafaelillo” obtuvo sendas orejas con su acostumbrado gesto de quitarse la chaquetilla aunque le empitonen por el muslo y también sendos trofeos para Javier Castaño y Rubén Pinar. Así se remataba la feria: 18 orejas en las corridas de toros y 4 salidas a hombros de Cayetano, López Simón, Ginés Marín y Rafaelillo.
Quedaba más de medio mes por delante. En Ceret, Alberto Aguilera consiguió que se le diera la vuelta al ruedo a un toro de José Escolar, en Lisboa triunfaban Manzanares y Hermoso de Mendoza y Curro Díaz en Las Navas del Marqués. El gitano de Linares resultaba herido en la región inguinal en el manchego lugar de Manzanares. En Valencia, el Manzanares torero salía a hombros el 21 de julio después de cortarle las orejas al quinto toro de la tarde, Ureña y López Simón a orejita de los de Algarra en la misma plaza, buena corrida de Cuadri con un trofeo para Rafaelillo y en la novillada de “Los Maños”, junto al Turia, oreja para el aragonés José Isiegas, que también recibió semejante premio en Las Ventas del Espíritu Santo. En Mont de Marsan, Juan Bautista con los toros de “La Quinta”.
Desde Santander se televisaron la novillada del día 24 para lucimiento de José Enrique Colombo y la corrida del día 25 con toros de la familia Matilla para el triunfo grande de José maría Manzanares, al que acompañó en la salida a hombros Alejandro Marcos que tomó la alternativa. Otra alternativa en Tudela, la de Javier Marín. ¿Pariente de Julián e Isidro Marín? Reapareció Roca Rey en tierras cántabras y se lucieron “El  Juli”, Perera, Fortés, Alvaro Lorenzo, Ponce y, sobre todo, Ginés Marín. Azpeitia tiene encanto y premio para Curro Díaz que actuó en las dos corridas y en ambas cortó oreja. Volvía el de Linares tras su cogida de Manzanares.

Cómo colofón de este relato, el día 27 de este mes de julio torero se celebró la que puede ser la última corrida tradicional – 6 toros 6 que serán picados, banderilleados y muertos a estoque - de las Islas Baleares con J. J. Padilla, “El Fandi”  y Castella. En el diario “El Mundo”  de este primer domingo del mes de agosto viene una entrevista con la presidenta del PSOE, en la que le preguntan si cree que se debería dictarse una ley estatal al estilo de las programadas para las Baleares: “No sé si hay una mayoría en el PSOE en contra de las corridas de toros. Lo que estoy segura es de que es sólo cuestión de tiempo que las corridas de toros desaparezcan”. Lo dice Cristina Narbona, hija de Paco Narbona, al que yo conocí hace más de sesenta años en la redacción de “El Ruedo”, en el que colaboró con asiduidad a lo largo de su existencia. Paco Narbona, que publicó varios libros taurinos, uno de ellos dedicado a mayor gloria de Juan Belmonte y que, cómo buena persona y amigo que era, me recomendó a la Asociación de la Prensa de Madrid para que durante una docena de años escribiera el resumen de la temporada taurina en España que se incluía en la publicación que editaba la Asociación madrileña con  motivo de la Corrida de la Prensa. Creo que Cristina Narbona acompañó a su padre a Roma, cuando fue destinado a nuestra Embajada en aquel lugar. Piensa doña Cristina que los cosos taurinos desaparecerán antes que los circos romanos, sobre todo el de Nimes. ¿O quedarán los franceses como muestra de las glorias hispanas que tanto lo complacían a don Francisco? Narbona, se entiende.