miércoles, 24 de marzo de 2010

PARA EMPEZAR

Gracias, hijos. Veo que os habeis dado cuenta de que un periodista jubilado es como un gorrión de aquellos que dormitaban en los árboles del viejo Paseo de la Independencia zaragozano. Les quitaron los árboles y buscaban desesperados el lugar donde pasar la noche. A los periodistas, si nos quitan el medio para expresar nuestros pensamientos, se nos cortan las alas, se nos despluma el cuerpo y no hacemos nada más que píar acurrucados en un rincón. Me habeis puesto el árbol y el nido y aquí me teneis ilusionado y temoroso, con las ganas de volver a cantar.

Y lo primero que se me ocurre, por aquello de que el periodismo es inmediatez, actualidad, es comentar lo que leí ayer y hoy en el Heraldo: "Comienzan los entrenos". Esto en titular y referente a una carrera en Alcañiz que se llama World Series. ¿Qué eso de entreno? No aparece en el Diccionario de la R. A. E., sí, entrenamiento. Como cuando un jugador mete tres goles, logra algo así como un "head tree". Bueno, es que yo apenas soy monolingüe. Pero hay cosas que en español me sacan de quicio: los reporteros deportivos dicen que no se juega al fútbol bien con aire y otros, los taurinos, que un diestro toreó molestado por el aire. Confunden el todo, el aire indispensable, con la parte, el viento que se define con un socorrido pareado. La otra semana, ya lejos de la semántica, el primer toro de Victorino de Castellón cogió a José Luis Moreno al entrar a matar al primero de la tarde y los comentaristas afirmaron que los siguientes toros, si el cordobés no salía de la enfermería, como así sucedió, tres y tres, los tenían que matar el segundo espada, "Rafaelillo", y el tercero, Luis Bolívar. Y esos comentaristas de televisión, radio y hasta de la prensa se asombraron de que "Rafaelillo" rematará a ese primero al que ya había clavado la espada Moreno y otros tres toros más. Yo no soy reglamentista y más desde que le oí decir a Belmonte que no podía opinar sobre el nuevo Reglamento de 1962 porque no conocía ni el anterior ni ninguno, pero, sin conocer ese corsé de la inspiración torera, sé desde hace muchos años que si entra a matar el diestro de turno, el más antiguo debe pechar con los suyos y el otro de su compañero herido. Otra cosa sería si ese torero titular de la lidia no entra a matar, entonces se reparten los otros dos los toros pendientes. Algunos le echaron la culpa a las Comunidades y sus afanes legisladores, pero ese es otro cantar. A mí, por ejemplo, me parece absurdo obligar a que todos los pares de banderillas que se ponen a un toro lleven los colores de las banderas de cada lugar o que en una plaza como Madrid se salga a hombros con una oreja en cada uno de sus dos toros y en Zaragoza sea imprescindible cortar las dos a un solo toro. Afanes de protagonismo político. El mejor reglamento es el que exige que se cumpla lo que se anuncia: seis toros que seran lidiados, picados, banderilleados y rematados a estoque por sus matadores y las correspondientes cuadrillas. ¿Para qué tanto artículos y mandamientos? Sin legislación no haría falta policía y los toros pasarían a Cultura. Vale por hoy

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