lunes, 16 de mayo de 2011

LAS ESCALERAS DEL NUEVO MADRID

Hacía muchos años que no iba a Madrid en coche. Me asustaba el no poder aparcarlo cerca de nuestra casa y padecerlo como una impertinente rémora con la que no podía acudir a ninguna cita con la rapidez y eficacia del Metropolitano que fundara don Alfonso XIII. Y, además, tenía que aguantar le tesis de mi esposa que no confiaba en mis veteranas cualidades de incansable conductor. Fueron circunstancias familiares las que me aconsejaron volver a las viejas costumbres y enfilar la carretera desde Zaragoza por La Almunia y Calatayud, el desfiladero de Medinaceli, las frías tierras de Alcolea del Pinar con su casita de piedra, las llanuras de La Alcarria con Sigüenza y su Doncel a la derecha y Brihuega a su izquierda, el castillo de Torija, las superpobladas Guadalajara, Alcalá de Henares, Torrejón de Ardoz y los toboganes del Jarama y los aledaños de la en otros tiempos taurina Barajas de Rafael Llorente, matador de toros de manos de don Manuel Rodríguez y nieto de ganadero de reses bravas. Como taurinas eran las orillas del río en los tiempos de Goya, la Venta del Batán del siglo XVIII, en cuyos cercados pastaron toros de don Diego Bentura, padre de mi tatarabuelo. Mi nieto se llama también Diego Bentura y, a sus tres años, muestra una afición francamente descriptible. Luego contaré algo sobre ella. Pero antes tengo que confesar el suplicio tártaro que representa ir en fila india motorizada de Zaragoza a La Almunia y luego, en caravana atortugada, casi desde Guadalajara a Madrid. Es sumar una hora más a las tres previstas para el trayecto del Pilar a Las Ventas del Espíritu Santo. No tenía otro remedio y, pese a todos los inconvenientes señalados, el viaje fue perfecto y no resultó dañado mi prestigio de buen conductor.
Hacía también mucho tiempo que no asistía a una corrida en Madrid. Desde que en la Patio del Desolladero salía humo de habano por una ventana que era la de la oficina en la que sentaba sus reales Manolo Cano. Manolo fue guardia civil de tráfico, apoderado de su pariente Manolo Cano “El Pireo”, de Curro Romero, el hijo de Pepe Luis y algunos otros, pero destacó especialmente como gestor empresarial. A los Lozano les sacó de un apuro en Zaragoza cuando acudió a descifrar lo que el definía como “la pata de un romano”, “esto está más liado que la pata de un romano”, de esos que salían en las antiguas procesiones de Semana Santa. Ahora, junto a la ventana de Manolo Cano han colocado una cabina de control que supongo yo que purga eficazmente las visitas no deseadas.
El sábado, 7 de mayo, había corrida en Las Ventas, pero yo no podía asistir a ella. Sin embargo cogí a mis nietos y a la hora de empezar el festejo nos dimos un paseo por los alrededores. Le enseñé a Diego los toros de bronce que emergen del horizonte de mármol. Le gustaron pero él quería ver los de dentro. Pasamos junto a lo que en otros tiempos llamábamos la “Escalera del Nuevo Madrid”. Allí, a mediados del siglo pasado, nos reuníamos mi padre, sus amigos del “Gato Negro”, Alfredo Marqueríe, el padre de Agustín Redondela, Paco Ugalde, de Tarazona de Aragón, el caricaturista más genial que publicaba sus dibujos en ABC y que cobraba por colaboración y no por nómina, Joaquín Roa, el Fray Campana de “Marcelino Pan y Vino” o el pregonero de “Bienvenido Mister Marsall”, Sendín Galiana, Sarachaga, Bernal y otros muchos apoderados. Luego ese lugar se trasladó a la puerta del Desolladero puesto que se franqueó su entrada para que la gente accediera a la plaza por ahí y se creara un ambiente especial que en aquellos tiempos estaba en el ambigú del 9. Todo ha cambiado muchísimo, aunque hay una base inamovible y las mismas almohadillas que hace unos cuantos años, cuando en otras plazas se cambiaron por las “voladoras” que no hacen daño a los espectadores de las barreras. También es cierto que cuestan 30 céntimos de euro menos que las de Zaragoza. Seguimos la vuelta entre puestos de chucherías y casetas de la reventa. Vimos el homenaje no sangriento al angelical Yiyo y el paseo a hombros de Antonio Bienvenida. Con este grupo me ocurrió algo muy curioso en mis tiempos de periodista madrileño pese a mi origen aragonés. Yo vivía en la calle Colomer, junto a la Avenida de los Toreros y paseaba por la calle de Alcalá, entre la plaza de Manuel Becerra y la de Las Ventas, cuando vi que bajaba en esa dirección un “isocarro” con el amplio grupo escultórico sobre su feble caja de transporte. “Tate”, me dije,” si el grupo estuviera fundido en bronce esa moto no podría transportarlo”. Luego se aclaró que para la inauguración se había preparado una escultura en material resinoso y que, posteriormente, se fundiría el monumento definitivo. A Diego le gustó el paseo, pero insistía en ver los toros que había dentro de la plaza. Su abuela, mi señora, tuvo la feliz ocurrencia el día que le llevamos a una corrida de decirle que los toros no se morían en el ruedo, que se dormían, se los llevaban las mulillas, los despertaban y luego volvían al campo a recuperarse con buenas hierbas, algún bocadillo de habas o alfalfa y la compañía de alegres y juguetonas vacas a la sombra de las generosas encinas.
Al día siguiente, domingo, fui a ver la corrida de Hernández Plá, lo de santacoloma de Buendía y San Martín en manos de otra sociedad. No tengo mucha confianza en que las S. A. sean buenas criadoras de toros bravos. Tampoco la mayoría de los matadores de toros del prestigio de Pepe Luis o Domingo Ortega, por ejemplo. La corrida, al menos, fue breve y por treinta y tantos euros estuve en el tendido 9, antes el tendido de los selectos, en donde María Luisa, hace muchos años, colocaba docenas de “azulinas” en los ojales de las bien cortadas chaquetas. Hoy había delante de mí una pareja comiendo pipas de girasol. ¡Cómo cambian los tiempos! No vi a muchos amigos, a Miguel Flores que se cuida como si fuera a torear, siempre atento a las vicisitudes de un torero de clase, ahora Alfonso Romero, a “El Puno”, a Juán Lamarca que no para de organizar actos taurinos, a Lola Navarro, la concejala de la Arganzuela que pone la Casa del Reloj del antiguo Matadero a disposición de todos los actos taurinos que necesiten su cobijo, a Lázaro Carmona, que apodera a Eduardo Gallo, uno de los salmantinos actuantes y al vendedor libros taurinos que antes se colocaba en el Desolladero al olor de la carne recién colgada y ahora está al cobijo del tendido 10,y al que saludé y no pudo atenderme porque estaba pendiente de los compradores. Y me encontré con mi amigo del alma, Gonzalo Sánchez Conde, más conocido por “Gonzalito”, con los bolsillos llenos de papeles, sobre todo propagandas de su “Popeye Torero y sus enanitos”. Hay cosas mejores que antes. Se aprovechan mucho más los bajos de los tendidos, el Aula de Cultura, los servicios que antes se concentraban a la entrada del tendido 2, los bares, las tiendas de ventas de recuerdos y otros eventos. Los alguaciles siguen marcando la índole del festejo y van cada uno por su lado de la barrera cuando se trata de una corrida de toros. Miguel Flores me comentó que un amigo se le quejaba porque se le iban casando todas las novias que había tenido. “Pues tienes más suerte que yo: a mí se me van muriendo”. También tuve yo la impresión de que se me han muerto muchos amigos con los que he convivido tantos años en Las Ventas del Espíritu Santo: Jesús Rodríguez “El Chato”, en la línea de otro gran fotógrafo, Pepe Arjona, mi compadre Fernando Sánchez Murillo, de Cabra, cuñado de “Tito de San Bernardo” y yerno de “El Aguardentero”, Manolo Escudero, don Livinio y su “alter ego” don José María Jardón, que te llamaba a la oficina de la calle de la Victoria, te daba un caramelo y te decía “la cosa está muy mal y no hay más para sobornar a los periodistas”, Rafael Sánchez “Pipo” en su etapa de “viejo león dormido”, “Curro Fetén”, cordobés de Priego y nacido a la crítica en Barcelona, Pepe Puente, que vivía cerca de la calle Colomer y se inició como ilustrador en “Fiesta Española” con retratos de toreros y luego fue emperador de la plaza de Santa Ana, Gonzalo Carvajal, que por sus crónicas sabías que libro estaba leyendo, Jesús Bernal, un ilustrador fabuloso que comandaba el equipo torero de “La Actualidad Española” y tantos otros más que se amontonan en mi ya frágil memoria. Desde aquel rincón del acceso al “Nuevo Madrid” ¿cuántas veces contemplamos como aficionados a los que les corría el vicio por las venas escalaban la fachada mudéjar a la plaza para colarse en un tendido alto si había suerte y no te esperaba uno de los grises al final de la escalada?
El domingo, ya con mi nieto camino de Zaragoza, fui, como ya he dicho, a la corrida de toros con los tres salmantinos en el cartel, López Chaves, Javier Castaño y Eduardo Gallo, y los buendía de Hernández Plá. No pasó nada. Sólo que el festejo fue corto, hora y tres cuartos, y yo rumié para mis adentros la gran bola de mis recuerdos. Más de cuarenta años sentado en el granito de la Monumental madrileña. A mi lado, Curro Meloja, el general Millán Astray y la hermana de Antonio Chenel, la esposa de Parejo. En los corrales, un perro mejor aficionado que los del 7 y que se llamaba Fortuna y un caballo muy viejo al que le apodaban “El Marqués” y la colocaban un canotier sobre las orejas y yo sé por qué. ¡Qué cosas me vienen a la memoria!

miércoles, 4 de mayo de 2011

TRES CINCUENTENARIOS. RECUERDOS DE MEDIO SIGLO

Este mayo es para el recuerdo porque se celebran tres cincuentenarios importantes para la Historia de la Tauromaquia. Primero el de la alternativa de Santiago Martín "El Viti" como componente del gran triunvirato de una época fundamental de esa Historia con mayúscula: Puerta, Camino y "El Viti". Este último tuvo que esforzarse más que sus compañeros porque era un torero castellano y, además, llegaba a la alternativa con una importante minusvalía en su brazo izquierdo. Lo bueno fue que fundamentó su superación en el cruzarse mucho al pitón contrario y disminuir la circunferencia del desarrollo de sus muletazos al natural y aplicó la fórmula a su toreo con la derecha para alcanzar su calificación de torero escueto y poderoso, sobrio y profundo. La publicidad se basaba en sus iniciales mayestáticas, S. M., y "el Rey de Espadas". Sin embargo, el de Vitigudino se otorgaba calificación de notable con capote y muleta y un simple aprobado con la espada. El sobresaliente se lo aplicaba a Rafael Ortega y a su compañero de tantas tardes, Paco Camino. Yo "el cum laude" se lo concedo al de la Isla de San Fernando porque, a pesar de que lo cogieran los toros, nunca sufrió tal accidente en la ejecución de la estocada. Por lo contrario, el "Niño Sabio de Camas" no tiene un átomo de piel en el muslo de su pierna derecha por dejarsela en los pitones de los toros al hacer la cruz y ganar al diablo. Hasta la Extremaunción.

El otro aniversario es el del suicidio de Hemingway, al que tenemos muchas cosas que agradecer y pocas descalificaciones, alguna de ellas nacidas en la impericia taurina de una de sus traductoras. Pero los escritos de don Ernesto desde que en los años 20 vio su primera corrida en Madrid han invitado a España a muchos de sus compatriotas y algunos millones más de los que han leído sus libros. En nuestro afán de desmitificarlo todo, se ha llegado a asegurar que don Ernesto no tenía ni idea de lo que era nuestra fiesta y más desde que criticó el estilo de torear de "Manolete" o defendió a Antonio Ordóñez frente a Luis Miguel. Hemingway tenía motivos sentimentales para ponerse al lado del hijo de "El Niño de la Palma" porque Cayetano había sido el protagonista de su primera novela taurina, "Fiesta". Antes había publicado unos cuantos cuentos con el pretexto del toro como argumento y seguía el jolgorio sanferminero con tal entusiasmo que a la entrada de la plaza de toros hay una mole de granito como jersey marinero sobre el que emerge el busto barbudo del cronista aventurero.

El tercer aniversario cincuentón es el de la muerte de Gary Cooper. No creo que tenga que explicar quién fue en el cine Gary Cooper. Si puedo recordar que era amigo de Hemingway, Picasso y Luis Miguel y que admiró a los toreros cuando vino a España y participó en una fiesta campera en la provincia de Toledo y hasta toreó al alimón. Hizo una película con Sara Montiel, "Veracruz", y aseguraba que no podía acercarse a la manchega porque "no utilizaba champú y su peluquero le añadía aceite de oliva al pelo cada vez que la peinaba". Bueno, una anécdota. La otra es que en este mes también se cumplen los 50 años de la fundación de "Fiesta Española", que yo dí a la luz porque por aquellos años era difícil entrar en un medio de comunicación diario si no era previa aportación pecunaria. Nacía "Fiesta Española" para erradicar el sobre y en lucha con la Iglesia (Dígamé) y el Gobierno (El Ruedo), dura pelea en la que superviví durante unos cuantos años y en la que vinieron al mundo taurino Vicente Zabala, Joaquín Jesús Gordillo, Herrero Mingorance, López Barrios, el cartero de Manolo Vázquez, Maria Pilar Fernández y Manolo Molés Usó, que, en principio, sus afanes periodísticos, de la mano de Encarnita López Molina, estaban puestos en el Teatro. Fenicio desde su cuna de Alquerías del Niño Perdido. Encontró su camino. Yo me quedé sentado en la puerta de mi casa.

miércoles, 20 de abril de 2011

LA PASIÓN SEGÚN SAN JORGE

Hoy era buen día para leer y escuchar a don Juan Sebastián y sus pasiones, la de San Mateo o la de San Juan. Es excelente ejercicio espiritual. Pero el señor Solís, cronista taurino del prestigioso Heraldo de Aragón, terminaba su crónica de la corrida del Domingo de Ramos con el siguiente párrafo: “Empezamos la semana de pasión. Espero que el calvario acabe pronto. Y sin espinas…”. La Pasión Aragonesa, la de su patrono San Jorge que este año, por aquello de la luna llena, coincide con el Sábado Santo, antes de Gloria, vísperas del Domingo de Resurrección. La Pasión según San Jorge, que es santo universal. San Jorge de Capadocia se venera en Alemania, Francia, Georgia, Grecia, España, Portugal, Inglaterra, Italia, Rusia, Ucrania, Malta, Etiopía, Brasil y México. Soldado de la guardia de Diocleciano, se negó a masacrar cristianos y fue condenado a morir, después vino lo del dragón y la princesa y, siguiendo el ejemplo del arcángel Miguel y Santiago Matamoros, empuñó su lanza y acabó con el monstruo. Su cruz figura en el escudo de Aragón desde 1499. Las barras, el árbol, las cuatro cabezas de moros, nuestra pasión superada con el dulce lanzón el día 23 de abril, otros años lejos de la Pasión de Jesucristo.
Yo no lo veo tan oscuro todo. Lo único que me preocupa es que la abstención de la afición a los toros aumente como parece que señala la pobre asistencia a las dos primeras corridas de esta temporada zaragozana. Y a ello pueden contribuir muchos matices, entre los que no es despreciable el de la poca atención de los medios de comunicación hacia la corrida y su ambiente (el propio Heraldo aragonés, hace treinta años todos los días publicaba noticias de toros y ahora ni siquiera nos dice lo que ha sucedido en las plazas de primera) y luego los comentarios despectivos y derrotistas. A mí la corrida-concurso del sábado 16 de abril, pese a toda la parafernalia hipertrofiadora, me pareció interesante. Pesada porque entre cites al caballo, vueltas y revueltas de los equinos y largas faenas nos acercamos a las tres horas de espectáculo que me hicieron añorar aquella corrida que toreó en solitario en Las Ventas de Madrid Gregorio Sánchez y que no llegó ni a la mitad de esta, hora y media escasa y con profusión de orejas, vueltas al ruedo y salida a hombros del de Santa Olalla.
Quizá ha sido la corrida-concurso más pareja de las que se han celebrado en Zaragoza a lo largo de los últimos tiempos, antes y después del Reglamento de Espectáculos Taurinos de Aragón y las inefables Bases firmadas por el doctor don Luis Francisco Esplá o los sesudos y geométricos expertos que le acompañaron en su redacción que dice, entre otras cuantas chorradas, que los toros sustitutos o sobreros no entrarán en el concurso, pura discriminación taúrica como la de que en plazas de tercera no se puede indultar a un toro bravo. El caso es que de los toros anunciados y retratados no vinieron a Zaragoza ni el llamado “Solo” de Concha y Sierra y “Jaranero” de Toros de la Reina, al que le hicieron la foto con los rulos puestos. Aun así, tanto el sustituto “Aceitunero” de Concha y Sierra como el de Toros de la Reina, “Sedero”, fueron dignos en cuanto a trapío y bravura, pese a que el primero intentara saltar la barrera y el de “Joselito”, torero-ganadero, fuera sin rasmia al caballo y le picaran muy superficialmente. “Gargantillo” de Herederos de Felipe Bartolomé, el de menos peso junto con el de Adolfo Martín, 480 y 475 quilos, fue el más completo en los tres tercios, mientras que el de Adelaida Rodríguez García, “Garboso”, de 581 quilos, el de más peso, completaba un buen primer tercio con cinco entradas al caballo de largo y galopando y se moría nada más iniciarse la faena de muleta por el castigo recibido o por alguna lesión o enfermedad. Este fue el escueto resumen que redactó el mejor cronista del toro de esta y muchas otras épocas, Ignacio Álvarez Vara “Barquerito”: 1º- “Aceitunero”, de Concha y Sierra, noble, con fijeza y justo de fuerza. 2º- “Gargantillo”, de Herederos de Felipe Bartolomé, bravo. 3ª- “Sortijero”, de Juan Luis Fraile, sangrado, encastado y repetidor. 4º- “Aviador”, de Adolfo Martín, encastado, listo y difícil. 5º- “Garboso”, de Adelaida Rodríguez García, cinco galopadas al caballo, muy sangrado, se derrumbó. 6º- “Sedero”, menos picado, con bravo son.
Se concedió el premio al toro más bravo a “Gargantillo”, el santacoloma de Felipe Bartolomé, al mejor picador a Romualdo Almodóvar que picó aceptablemente a este segundo toro aunque siempre con el palo montado, y el premio al mejor lidiador fue para Serafín Marín, al que le correspondió ese segundo toro y el quinto de Adelaida Rodríguez, lisardo con gotas de Murube, los dos de los más lucidos tercios de varas y bien aprovechados por el charnego catalán. Magnífica su estocada a ese segundo toro que fue premiado con la vuelta al ruedo. Para Serafín fue la única oreja de la tarde. Javier Castaño, salmantino, por lo que se le supone amplia experiencia en los tentaderos aunque no luciera sus habilidades en esta ocasión, mató a su primero de una estocada contraria y el descabello a la primera y al cuarto de pinchazo y media trasera. Paul Abadía “Serranito”, que sustituía al lesionado Alberto Álvarez, mató al graciliano de Fraile, los miuras de salamanca, de estocada atravesada y otra trasera y el descabello. En el sexto, el de “Joselito”, sin castigo y que embistió bien a la muleta, “Serranito” no supo acoplarse a su estilo y la faena fue cuesta abajo. Pinchazo y media estocada.
Total, dos toros de excepción en el caballo, tres interesantes, buen coctel de sangres y la excelente tarde de Serafín Marín con el capote, la muleta y la espada, en la lidia y en el lucimiento.
La corrida del Domingo de Ramos fue de la ganadería de Toros de Parladé, con pastos en Portugal, en Alantejo, pero titularidad en la zona de Mediodía española, predominantemente andaluza. Me aseguran que don Juan Pedro, fallecido al día siguiente en un accidente de carretera por tierras onubenses, asistió a este festejo para acompañar a su hijo Fernando. No es extraño porque ahora mismo Parladé se basa en un lote de reses de don Juan Pedro sin cruce veragüeño, en pura casta Vistahermosa. La corrida tuvo dos partes proporcionales, la primera más terciada pero con picante y los tres últimos de más presencia y volumen que parece que se inflaban con el paso de los minutos. Destacar el toreo a la verónica de Morenito de Aranda, el buen arte de picador de Antonio Prieto que tiró el palo a la antigua usanza, como recuerdo que lo hacía en Madrid “Aldeano chico”, la inspiración y gusto con los engaños de Juan Mora, mal con la espada, y la definición de Daniel Luque, un bailador que baila aunque no escucha la música. Se les dio poco sitio a los toros y solo Morenito de Aranda consiguió dar una vuelta al ruedo en el segundo de la tarde, al que consiguió templar al principio y luego gustarse en los remates de muleta. Lo mató de una casi entera y Luis Miguel Melendo “El Mene”, de Calatayud a punto estuvo de sufrir un grave percance las dos veces que intentó apuntillar al cornúpeto. Al banderillero Jaime Padilla se le nota que le hace los trajes el mismo sastre que a su hermano Juan José.
No me defraudó Juan Mora en sus dos toros, hizo lo más clásico y artístico; en su línea aunque encimista en el quinto toro Morenito de Aranda y decepción ante Daniel Luque, sobre todo en el buen sexto toro. Insípido, inane y mecánico. Debe reaccionar. Y puede.

lunes, 18 de abril de 2011

CUANDO EL DOMINGO ERA DE GLORIA

Como el tiempo, también las costumbres cambian muchísimo. Antes la Semana Santa en España era muy diferente a la de ahora. Se recorrían los Monumentos con el Santísimo, las mujeres se ponían las mantillas de encaje sobre las altas peinetas, los hombres vestían de oscuro, en los cines ponían películas sobre la Pasión y en la radio se oía música sacra. Había procesiones más o menos peculiares, las imágenes estaban cubiertas de telas moradas y, desde el elevado púlpito, el orador sagrado tronaba apocalípticamente el ambiente con la exposición del significado de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz. El sacerdote se lavaba las manos antes de iniciar la Consagración y se volvía con los brazos extendidos hacia los fieles y en latín pronunciaba un “Domininus vobiscum”, el Señor sea con vosotros, que conmovía a los fieles. Y el sábado se rompían todos los velos, se lanzaban al viento los sones triunfales, los teatros y cines estrenaban sus mejores novedades y en muchas plazas de toros se abría la temporada con una gran corrida. En Zaragoza también, incluso llegaban las revistas de “varietés” a pesar de que la ahijada de Millán Astray, Celia Gámez, decía que el público de la capital aragonesa era el más complicado de España.
Esa tradicional corrida de Pascua se convirtió, por obra y gracia de los afanes innovadores de don Diodoro, el yerno de Pagés, en la Feria de Primavera y, aunque contrataba a los mejores con el trío de Puerta, Camino y El Viti como base, resulta que no llegó a cuajar nunca. La primavera por esas tierras no suele ser muy apacible y, aunque la cubierta podría haber sido un lenitivo contra el cierzo, no se ha conseguido que el coso de don Ramón Pignatelli se pueda considerar de temporada pese a los empeños oficiales de los pliegos de arriendo. Hubo un momento, a principios de los 80 del siglo pasado, en que parecía que no habría ni un solo empresario que se hiciera cargo de la explotación de la plaza. Aquello se soslayó de la mejor forma, luego se autorizaron los festejos populares que le añadieron algo de salsa al guiso pilarista y la citada cubierta le puso un poco de calor a las intemperancias del ambiente y de los llamados aficionados y sus sesudos mentores. La nobleza baturra convertida en una lucha navajera de la que yo mismo salí escaldado. Me parecía que aquello no podía ir a más y resulta que en estos momentos de penuria se ha acentuado la guerra de guerrillas y dos bandos se disputan los mandos del cotarro. Y, como tenemos estos medios de comunicación modernos, resulta que cada uno se ampara en su trinchera y dispara a todo lo que se mueve. Para más dolor sucede que cada uno puede dictarse su propio reglamento con el curioso resultado de que en Madrid se puede salir por la Puerta Grande si se corta una y una oreja y aquí es necesario cortárselas a un mismo toro, como si no fuera factible que hubiera que sacar a hombros a un torero que no ha cortado ninguna oreja. Un día de estos contaré lo que para mí es el toreo de capa y lo que recuerdo que era Antonio Gallardo en la plaza de Sevilla.
Bueno, como están las cosas tan complicadas por estos lugares, el empresario, Ignacio Zorita, se ha armado de valor y nos anuncia la temporada primaveral con una corrida concurso de ganaderías para que se luzcan los que pintan las rayas en el ruedo, se paseen los picadores de portón a portón, se guarden en el antiguo patio de caballos y se pique en una pequeña porción del albero frente a los chiqueros. Las dos rayas las inventó Domingo Ortega cuando se retiró. El peto no deja ver al toro y no es más bravo el que más veces entra al caballo al peso sino el que va al castigo con alegría y fiereza y empuja sin desmayo. Para todo eso no hacen falta rayas ni ceremonias. El afán de mandar y gobernar. Hubo alguien en mis tiempos que se arruinó por eso, por querer mandar y gobernar la fiesta. Cosas. Pues, para iniciar esta temporada de 2011, el discutido señor Zorita nos ofrece un concurso de ganaderías: un toro de Concha y Sierra, veremos si de su origen vazqueño o de lo nuevo de Juan Pedro, otro de los Herederos de Felipe Bartolomé para recordar a los de Conde de Santa Coloma, otro de Juan Luis Fraile, en la misma línea por la vía de don Graciliano, otro de Adolfo Martín, los albaserradas distinguidos en el Levante hace unos días, un lisardo de Adelaida Rodríguez y el último de “Toros de la Reina”, de Trujillo (Cáceres), Domecq y Núñez. Esperemos que sean toros elegidos para competir en este campeonato de la bravura y que sus lidiadores, Javier Castaño, Serafín Marín y Alberto Álvarez, sepan darles la lidia adecuada. Difícil papeleta para ellos y sus cuadrillas y en especial para el último, el de La Valareña, barrio de Ejea de los Caballeros, que, como se dice en el argot taurino, “es el menos toreado”. Con perdón, don Alberto. Esta corrida se celebrará el próximo sábado, 16 de abril, vísperas del Domingo de Ramos. “El que no estrena no tiene ni pies ni manos". El miércoles, el periódico me cuenta que Alberto Álvarez ha sufrido una voltereta en su necesario entrenamiento con resultado de fractura de cuatro costillas y luxación en el hombro izquierdo, lesiones que, lógicamente, descartan su participación en esta corrida. Pero ¿desde cuándo impera la lógica en este mundo? Veremos. Para el Domingo de Ramos, la empresa nos anuncia una corrida de Parladé, ahora portuguesa pero con un claro origen hispano de Vistahermosa con ganado procedente de Gamero Cívico, Tassara y Domingo Ortega y lo no veragüeño de don Juan Pedro. Es el cartel estrella con el renacido Juan Mora, el único matador de los últimos tiempos que no utiliza el estoque simulado, por lo que pudo rematar en el instante justo su medida faena madrileña, el interesante artista burgalés Morenito de Aranda y Daniel Luque, que nos sorprendió hace ya un par de temporadas en Madrid con su toreo a la antigua por ambas manos y sin espada. Un cartel prometedor. El día de San Jorge, fiesta nacional aragonesa, inglesa o rusa, Sábado de Gloria en la vieja liturgia, una corrida de rejones con los murubes de “Castillejo de Huebra” para Andy Cartagena, Álvaro Montes y Sergio Domínguez. Muy complicado este calendario festivo en el que coinciden tantos factores que no sé si van a quedar gentes en Zaragoza a pesar de la subida de la gasolina. Y el 8 de mayo una corrida nacionalista con toros extremeños de la que ahora se conoce por “Peñajara de Casta Jijona” y de procedencia gloriosa de don Baltasar Ibán, un ganadero de raza. Los aragoneses Ricardo Torres, Daniel Cuevas y Carlos Gallego se encargarán de su lidia. Tanto el veterano Torres como sus más nuevos compañeros Cuevas y Gallego son puras incógnitas de una historia apenas vivida y menos contada. Y, en dos fines de semana de este mes de mayo, cuatro novilladas en las que figuran el mejicano Diego Silveti, saga torera de gran raigambre, el francés Dufau, con una sola efe, Juan del Álamo a punto del doctorado, López Simón y Víctor Barrio. A todos, matadores de toros, toreros de a caballo, novilleros y sus correspondientes cuadrillas, el valor se les supone. Al empresario, en estos tiempos y en esta Zaragoza, se le reconoce. Suerte para todos. Y para la fiesta.

domingo, 10 de abril de 2011

No hay primer tercio

Otro enlace de un artículo mío, publicado en el blog "Del toro al infinito", de Juan Lamarca

http://deltoroalinfinito.blogspot.com/2011/04/topinero-y-tomas-campuzano-from-cabana.html

lunes, 21 de marzo de 2011

EN BUSCA DEL TORO ARAGONÉS

Os pongo un enlace de un artículo mío, publicado en el blog "Del toro al infinito", de mi amigo Juan Lamarca

http://deltoroalinfinito.blogspot.com/2011/03/en-busca-del-toro-aragones-por-benjamin.html

viernes, 11 de marzo de 2011

El rapto del toro

Quizá lo más adecuado sería hablar del rapto del torero y el toreo. El rapto de Europa y la leyenda del Minotauro tienen como escenario universal nuestro continente y el Mediterráneo en todas sus orillas, y como particular, la Iberia y sus dos ríos, el Ebro y el Guadalquivir, para perpetuar la especie del toro bravo. Y, en él, la corrida de toros tal como hoy la contemplamos. En Cataluña también y sus antecedentes históricos lo demuestran con testimonios escritos que se conservan en el Archivo de la Corona de Aragón desde 1387. Con esos principios bueno es apuntar que lo aragonés estuvo muchas veces presente en la rica anécdota del toreo catalán desde el primer matador Pedro Aixalá “Peroy”, conductor de diligencias entre Zaragoza y Barcelona, hasta el toro “Comisario” o “Molinero” de Victoriano Ripamilán, de Ejea de los Caballeros, que saltó al tendido el 14 de abril de 1895 y otro de la misma ganadería lidiado por Lagartijo y en cuya faena sonó por primera vez la música. Se construyeron tres plazas de toros en Barcelona, la Barceloneta, Las Arenas y la Monumental y había corridas de toros en Gerona, Tarragona, Lloret de Mar, San Feliú de Guixols, Olot y La Ermita y los “correbous” de numerosos lugares de toda Cataluña. No son necesarios más argumentos. Pero la corrida de toros solo supervivía en la capital. Hace ya muchos años que con la muerte de Pedro Balaña I el Grande, Moya el de Tarragona y Zulueta en la Costa Brava se borraron los carteles de todos los lugares excepto de la capital que heredó Pedro Balañá II el Mediano y que abdicó en Manolo Martín y Antonio Matilla, este apoyado en la estela luminosa de José Tomás, sin darle ninguna oportunidad a Pedro Balaña III el Nonato con la inestimable colaboración de los políticos de su Comunidad que desde 1988 han legislado contra la corrida de toros con la promulgación de la Ley de Protección Animal, prohibición de la entrada a los espectáculos taurinos a los menores de 14 años (2003), declaración de Barcelona como consistorio contrario a la celebración de estos espectáculos (2004), trámite de la abolición de los toros en Cataluña (2009) y el 28 de julio de 2010 con la prohibición definitiva y la gracia (¿?) de prolongar la agonía hasta el 1 de enero de 2012.